La búsqueda del tesoro del dragón



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de bosques frondosos, dos valientes hermanos llamados Alejandra y Marco. Alejandra, una niña morena de 6 años con el pelo corto y flequillo, siempre estaba lista para la aventura.

Su hermano mayor, Marco, un niño castaño claro de 8 años con el pelo a tazón, era muy inteligente y siempre cuidaba de su hermana menor.

Un día, su abuelita les contó sobre un tesoro familiar escondido en lo más profundo del bosque, protegido por un temible dragón azul de hielo. La valiente pareja de hermanos decidió emprender la búsqueda del tesoro para ayudar a su familia.

"¡Vamos Alejandra! ¡Debemos encontrar el tesoro y enfrentar al dragón!", exclamó Marco con determinación. "¡Sí! ¡Estoy lista!", respondió emocionada Alejandra. Con sus mochilas llenas de provisiones y coraje en sus corazones, se adentraron en el oscuro bosque.

El camino estaba lleno de peligros: arroyos caudalosos, árboles retorcidos y extraños sonidos provenientes de la maleza. Sin embargo, los valientes hermanos no se amedrentaron y continuaron avanzando juntos. Finalmente llegaron a una cueva helada donde moraba el dragón azul de hielo.

Con ojos brillantes como zafiros y aliento gélido, el imponente dragón los observaba fijamente. "¿Quiénes osan perturbar mi guarida?", rugió el dragón con voz atronadora. "Somos Alejandra y Marco, venimos en paz buscando el tesoro que nos pertenece", respondió Marco con valentía.

El dragón desconfiado los desafió a superar tres pruebas antes de poder acceder al tesoro familiar: resolver un acertijo complicado, demostrar valor ante una cascada congelada y encontrar una flor mágica que solo crecía en lo alto de la montaña más alta.

Con ingenio e trabajo en equipo lograron superar las pruebas. Resolvieron el acertijo pensando juntos; cruzaron la cascada congelada ayudándose mutuamente; escalaron la montaña más alta encontrando la flor mágica entre risas y bromas compartidas.

Al regresar triunfantes ante el dragón azul de hielo mostrándole la flor mágica como prueba superada este les permitió tomar el tesoro familiar que tanto ansiaban proteger. "¡Lo logramos Alejandra! ¡Eres increíble!", exclamó Marco abrazando a su hermana emocionado.

"¡Sí! ¡Juntos podemos lograr cualquier cosa!", respondió feliz Alejandra devolviendo el abrazo. Con el tesoro seguro en sus manos regresaron al pueblo siendo recibidos como héroes por todos los habitantes.

A partir de ese día supieron que juntos podían enfrentar cualquier desafío que se presentara en sus vidas.

FIN.

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