La búsqueda del tesoro inclusivo



Había una vez un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde todos los habitantes vivían en armonía y respeto. En este lugar especial, había un niño llamado Mateo que tenía una discapacidad visual.

A pesar de su limitación, Mateo siempre se mostraba alegre y con muchas ganas de aprender. Un día, llegó al pueblo una feria itinerante que traía consigo juegos y atracciones para todos los niños.

Mateo estaba muy emocionado por asistir a la feria, pero también sentía cierta preocupación porque sabía que muchos juegos requerían de la vista para poder disfrutarlos plenamente. Cuando llegó el día de la feria, Mateo decidió ir acompañado de su mejor amigo Lucas.

Juntos recorrieron cada rincón del lugar y participaron en diferentes juegos adaptados para personas con discapacidad visual. Fue así como descubrieron un juego llamado "La búsqueda del tesoro", donde debían seguir pistas auditivas para encontrar el premio escondido.

Mateo y Lucas se adentraron en esta emocionante aventura junto a otros niños del pueblo. Todos estaban entusiasmados por encontrar el tesoro, pero lo más importante era trabajar en equipo y demostrar que cada uno podía contribuir desde sus habilidades particulares.

Durante la búsqueda del tesoro, Mateo escuchó atentamente las indicaciones mientras Lucas le iba describiendo lo que veía a su alrededor. Juntos lograron resolver todas las pistas hasta llegar al último desafío: cruzar un puente colgante sin usar la vista.

"Mateo, estoy seguro de que podemos hacerlo", dijo Lucas con determinación. Confiando en su amigo, Mateo dio un paso adelante y se agarró fuertemente de la cuerda que sostenía el puente.

Con cada paso, Lucas le describía cómo moverse y qué obstáculos había a su alrededor. "¡Vamos, Mateo! ¡Estás haciendo un gran trabajo!", alentaba Lucas mientras cruzaban el puente. Finalmente, llegaron al otro lado del puente y encontraron el tesoro escondido: una caja llena de juguetes adaptados para personas con discapacidad visual.

Todos los niños celebraron el éxito de la misión y felicitaron a Mateo por su valentía y perseverancia. A partir de ese día, Villa Esperanza se convirtió en un lugar aún más inclusivo.

Los niños aprendieron que todos tenemos habilidades únicas y que podemos colaborar juntos para superar cualquier desafío. Mateo se convirtió en un referente para otros niños con discapacidades visuales, demostrándoles que no hay límites cuando se tiene voluntad y apoyo.

La feria itinerante dejó una huella profunda en Villa Esperanza, recordándoles la importancia de la inclusión y la diversidad.

A partir de ese momento, todos los juegos del pueblo fueron adaptados para que todos los niños pudieran disfrutarlos plenamente sin importar sus capacidades físicas o sensoriales. Y así fue como Villa Esperanza se convirtió en un ejemplo de inclusión donde todos los habitantes valoraban las diferencias individuales y trabajaban juntos para construir una sociedad más justa e igualitaria.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!