La búsqueda olímpica de las pelotas perdidas


En la ciudad de Buenos Aires, tres amigos deportistas se estaban preparando para competir en los Juegos Olímpicos. Juan jugaba al baloncesto, Marta al voleibol y Pedro al tenis de mesa.

Estaban emocionados por representar a su país en las competencias internacionales, pero un día antes de partir hacia Tokio, descubrieron que habían perdido sus pelotas. Juan, Marta y Pedro se reunieron en el parque para buscar juntos sus preciadas pelotas.

Sabían que necesitaban la ayuda de los niños del barrio para encontrarlas, así que decidieron dar pistas sobre cómo eran cada una de ellas. "Mi pelota es naranja y tiene rayas negras. Es grande y rebota mucho.

¡Es perfecta para encestarla en el aro!", dijo Juan con entusiasmo. Los niños escucharon atentamente la descripción de Juan y salieron corriendo hacia la cancha de baloncesto del parque.

Buscaron entre los arbustos y detrás de los bancos hasta que finalmente encontraron la pelota naranja con rayas negras escondida detrás de un árbol. "¡Lo lograron! ¡Gracias por ayudarme a encontrar mi pelota!", exclamó Juan emocionado.

Luego fue el turno de Marta dar pistas sobre su pelota:"Mi pelota es blanca como la nieve y tiene forma redonda. Es liviana y perfecta para golpearla con las manos por encima de la red", explicó Marta con una sonrisa.

Los niños corrieron hacia la cancha de voleibol del parque y comenzaron a buscar frenéticamente entre las hojas caídas hasta que uno de ellos divisó algo blanco brillante debajo de un banco. Era la pelota blanca de voleibol que Marta había perdido.

"¡Increíble! ¡Gracias chicos por encontrar mi pelota! Ahora puedo practicar antes del gran torneo", agradeció Marta emocionada. Por último, Pedro dio pistas sobre su peculiar pelota:"Mi pelotita es pequeña y redonda, pero no rebota tanto como las otras dos.

Tiene un color anaranjado muy llamativo y necesita ser golpeada con mucha precisión", explicó Pedro mientras movía las manos como si estuviera jugando tenis de mesa.

Los niños se dirigieron hacia la zona donde solían jugar al ping-pong en el parque e inspeccionaron cada rincón hasta que uno observó algo brillante debajo del banco más alejado. ¡Era la pequeña pelotita anaranjada tan especial para Pedro!"¡Qué alivio! Gracias chicos por ayudarme a encontrar mi preciada bolita. Ahora podré practicar sin problemas antes del torneo olímpico", expresó Pedro felizmente.

Con sus valiosas pelotas recuperadas gracias a la colaboración de los niños del barrio, Juan, Marta y Pedro pudieron continuar con su entrenamiento sin contratiempos.

Estaban listos para representar orgullosamente a Argentina en los Juegos Olímpicos e inspirar a otros jóvenes a seguir sus pasos con trabajo duro, determinación y espíritu deportivo.

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