La Cabaña de las Emociones
En un tranquilo bosque, donde los pájaros cantaban y los árboles susurraban, había una pequeña cabaña llamada "La Cabaña de las Emociones". Esta cabaña era muy especial, ya que tenía la mágica capacidad de ayudar a los niños a entender y manejar sus emociones. Morita, una niña curiosa de diez años, decidió aventurarse al bosque un soleado día, después de escuchar rumores sobre la misteriosa cabaña.
"¿Por qué nadie ha ido a explorarla?" - se preguntó Morita, con sus ojos brillando de emoción.
Cuando llegó a la cabaña, notó que la puerta estaba entreabierta. Con un poco de nerviosismo, empujó la puerta y entró. El interior era colorido y acogedor, lleno de dibujos, peluches y libros.
"¡Hola! ¿Hay alguien aquí?" - llamó Morita, sintiendo un cosquilleo de emoción.
De repente, una figura pequeña y peluda apareció de un rincón. Era Pipo, un pequeño duende guardián de la cabaña.
"¡Hola, Morita!" - dijo Pipo, sonriendo con su cara redonda y ojos chispeantes. "Bienvenida a la Cabaña de las Emociones. Aquí puedes conocer a tus emociones y aprender a vivir en armonía con ellas."
"¿Emociones?" - preguntó Morita, intrigada. "¿Qué significa eso?"
Pipo le llevó a un divertido recorrido. En una esquina, conocieron a la alegría, que era un rayo de sol amarillo brillante.
"¡Hola, Morita! ¡Soy Alegría!" - exclamó con una risita contagiosa. "Siempre estoy aquí para hacerte sonreír. ¿Te gustaría saltar conmigo?"
Morita saltó de felicidad con Alegría, y sintió como si todo su ser vibrara de felicidad. Rápidamente, Pipo la llevó a otra habitación donde conoció a la tristeza, un suave y melancólico color azul.
"Soy Tristeza" - dijo con voz suave "A veces, las nubes cubren el sol, y eso está bien. Es importante que sientas lo que sientes."
"¿Así que está bien estar triste también?" - preguntó Morita con curiosidad.
"¡Claro!" - respondió Tristeza. "Es parte de ser humano y debemos aceptarlo para comprenderlo."
Luego, Pipo le mostró a la rabia, una tormenta roja que estallaba con estruendo.
"Soy Rabia" - bramó "A veces, puedo hacer que actúes sin pensar. Si me escuchas, puedo ayudarte a ser fuerte en vez de hacerte lastimar."
Morita se sintió asustada, pero Pipo le ofreció una opción.
"Puedes elegir canalizar a Rabia de una manera que no lastime a nadie, como a través del deporte o hablando de tus sentimientos" - le dijo.
"Eso suena genial" - asintió Morita, entendiendo que cada emoción tiene su razón de ser.
Al final del recorrido, Morita vio dos puertas. Una era brillante y colorida, y la otra era gris y aburrida.
"¿Cuál debo elegir?" - preguntó.
"Eso depende de ti, Morita" - dijo Pipo con una sonrisa "Ambas son importantes. Al elegir la puerta colorida, puedes expresar alegría, curiosidad y amor. Pero la puerta gris tampoco es mala; puedes encontrar introspección y calma allí."
Morita miró a ambos lados. Sabía que no podía negar ninguna de sus emociones.
"Elegiré ambas puertas, porque quiero aprender a vivir con todas mis emociones" - decidió Morita.
"¡Esa es la actitud!" - gritó Pipo alegremente. "Recuerda que ser feliz no significa no sentir tristeza, y que ser fuerte no significa no sentir rabia. La vida es una mezcla de emociones."
Antes de irse, Pipo le dio un consejo final.
"Siempre que te sientas perdida, recuerda tu visita a la cabaña. Habla de tus emociones y no dejes que te dominen. ¡Cada emoción tiene su lugar!"
Morita regresó a casa sintiéndose más segura y feliz. Desde ese día, entendió que las emociones, aunque a veces confusas, eran valiosas y necesarias. La cabaña de las emociones se convirtió en su lugar especial, donde siempre podría volver en su mente para recordar lo que había aprendido.
Y así, Morita siguió creciendo y aprendiendo a vivir en armonía con sus emociones, compartiendo sus nuevos conocimientos con sus amigos en el colegio. Todos ellos comprendieron que sentir era parte de vivir, y juntos formaron un hermoso jardín emocional, lleno de colores y armonía.
FIN.