La Cabaña del Anciano y el Libro Mágico
Había una vez un grupo de amigos muy especial: María, Antonio, Daniel, Fabiola, Joel, Marbel y Neytan. Ellos vivían en un pequeño pueblo rodeado de montañas y siempre estaban juntos para jugar y divertirse.
Un día, mientras caminaban por el bosque en busca de aventuras, se encontraron con un anciano que parecía perdido. Él les contó que había perdido su camino hacia su casa y no sabía cómo volver. "No te preocupes", dijo María con una sonrisa.
"Nosotros te ayudaremos a encontrar tu hogar". Así comenzó la misión del grupo de amigos para ayudar al anciano a encontrar su hogar.
Caminaron por horas siguiendo las indicaciones que él les daba hasta que finalmente llegaron a una pequeña cabaña escondida entre los árboles. El anciano estaba muy agradecido con ellos y les invitó a pasar. Al entrar en la cabaña descubrieron que era un lugar mágico lleno de libros antiguos y artefactos extraños.
"¿Qué es todo esto?", preguntó Joel sorprendido. "Son cosas que he recolectado durante mi vida", respondió el anciano. "Y cada objeto tiene una historia detrás".
Entonces el anciano comenzó a contarles historias sobre sus aventuras pasadas y los lugares increíbles que había visitado. Los niños escuchaban atentamente mientras exploraban la cabaña. De repente, escucharon un ruido extraño afuera de la cabaña.
Cuando salieron para ver qué pasaba se encontraron con unos ladrones intentando robar algunas cosas valiosas del anciano. "¡No podemos permitir que se lleven estas cosas!", exclamó Daniel. Entonces, los amigos idearon un plan para detener a los ladrones.
Fabiola usó su inteligencia para distraerlos mientras Neytan y Joel preparaban una trampa con ramas y piedras. María, Antonio y Daniel esperaron escondidos detrás de un árbol hasta que los ladrones cayeron en la trampa. Finalmente, lograron atrapar a los ladrones y devolverle al anciano sus objetos valiosos.
Él estaba muy agradecido por su ayuda y les regaló un libro mágico que les permitiría viajar a cualquier lugar del mundo que desearan. "Gracias por ser mis amigos", dijo el anciano antes de despedirse.
"Recuerden siempre ayudar a aquellos que lo necesiten". Y así termina la historia de María Washintong Antonio Daniel Fabiola Joel Marbel Neytan, quienes aprendieron la importancia de ayudar a los demás y descubrieron el valor de la amistad verdadera.
FIN.