La caída del árbol



Había una vez un pequeño caracol llamado Caracolito que vivía en Villa Ventana, un hermoso pueblo rodeado de montañas y bosques. A Caracolito le encantaba explorar su entorno y descubrir cosas nuevas cada día.

Un día, mientras caminaba por el bosque, se encontró con sus amigos Conejo y Ardilla. Los tres estaban emocionados porque habían escuchado que una gran tormenta se acercaba al pueblo. - ¡Tenemos que ver la tormenta! -exclamó Conejo.

- Pero no podemos verla desde aquí abajo -agregó Ardilla-. Necesitamos subir a algún lugar alto. Caracolito pensó durante un momento y luego recordó el árbol más grande del bosque, uno tan alto que llegaba hasta las nubes.

Él sabía que desde allí podrían tener la mejor vista de la tormenta. - ¡Vamos al árbol gigante! -dijo Caracolito con entusiasmo-. Allí podremos ver todo lo que queramos. Así que los tres amigos comenzaron a subir por el tronco del árbol gigante.

Era difícil para Caracolito avanzar rápidamente debido a su lenta velocidad, pero finalmente logró llegar a la cima junto con sus amigos Conejo y Ardilla.

Desde allí arriba pudieron ver cómo los relámpagos iluminaban el cielo oscuro mientras la lluvia caía fuertemente sobre Villa Ventana. Fue una vista impresionante e increíblemente hermosa. Pero de repente, un fuerte viento comenzó a soplar y sacudir el árbol.

Los amigos se aferraron a las ramas para no caerse, pero Caracolito estaba tan asustado que se quedó paralizado. - ¡Ayuda! -gritó Caracolito-. No puedo moverme. Me estoy mareando. Conejo y Ardilla intentaron tranquilizarlo, pero el viento seguía soplando con fuerza.

De repente, una gran rama se rompió y los tres amigos comenzaron a caer hacia abajo. Por suerte, estaban lo suficientemente cerca del suelo como para no lastimarse gravemente. Pero Caracolito estaba muy asustado y triste por haber arruinado la aventura de sus amigos.

- Lo siento mucho -dijo Caracolito-. Fui un mal amigo al tener miedo y arruinar todo. Pero Conejo y Ardilla le dijeron que no había nada de qué disculparse.

Le recordaron que todos tenemos miedo en algún momento y que lo importante es aprender de nuestros errores y seguir adelante. Caracolito entendió la lección y prometió ser más valiente en el futuro. Aprendió que sus amigos siempre estarían allí para apoyarlo cuando tuviera miedo o necesitara ayuda.

Desde ese día en adelante, Caracolito era aún más aventurero e intrépido en sus exploraciones por Villa Ventana.

Y aunque nunca volvió a subir tan alto como aquel árbol gigante, siempre recordaría esa experiencia como una lección valiosa sobre la amistad, la superación del miedo y el valor de tener buenos amigos a nuestro lado.

FIN.

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