La caja de chocolates perdidos



Había una vez en un tranquilo y colorido pueblo llamado Villa Animal, donde vivían Candy, una gatita muy curiosa, y Oso, un oso de peluche muy tierno. Juntos eran los mejores amigos y siempre se divertían explorando nuevos lugares.

Un soleado día de primavera, mientras paseaban por el parque del pueblo, Candy y Oso encontraron algo brillante debajo de un árbol. ¡Era una caja de chocolates! Sin pensarlo dos veces, decidieron llevársela a su casa para disfrutarla juntos.

Al llegar a su hogar, abrieron la caja emocionados. Pero justo en ese momento escucharon unos pasos apresurados acercándose a la puerta. Era el alcalde perruno del pueblo.

El alcalde había perdido esa caja de chocolates durante su caminata matutina por el parque. Cuando entró a la casa de Candy y Oso, vio que ellos tenían la caja entre sus patitas. - ¡Oh no! ¡Esta es mi caja de chocolates! -exclamó el alcalde con tristeza-.

Me encantaría poder disfrutarlos ahora mismo. Candy y Oso sintieron mucha pena por haberse llevado sin querer los chocolates del alcalde. Decidieron hacer algo especial para compensarlo.

- Alcalde Perruno -dijo Candy-, estamos muy arrepentidos por habernos llevado tus chocolates sin permiso. Queremos devolvértelos y pedirte disculpas sinceramente. - Sí -agregó Oso-, no queríamos hacerte daño ni causarte problemas. Fue un error que cometimos por no saber que eran tuyos.

El alcalde, conmovido por la honestidad y valentía de Candy y Oso, decidió darles una oportunidad. Les propuso un desafío: si lograban devolver los chocolates sin ser descubiertos, les permitiría quedarse con una caja nueva como recompensa. Candy y Oso aceptaron el desafío emocionados.

Decidieron disfrazarse para pasar desapercibidos. Candy se pintó su carita de gatita con calaveras coloridas, mientras que Oso se colocó una nariz de cerdito y orejas rosadas. Con sus disfraces listos, salieron nuevamente al parque en busca del alcalde perruno.

Caminaron sigilosamente hasta llegar a su oficina, donde depositaron la caja de chocolates en su escritorio.

Justo cuando estaban a punto de escapar sin ser vistos, el alcalde Perruno entró a su oficina sorprendido por las decoraciones llamativas que habían dejado los chicos en su escritorio. - ¡Sorpresa! -exclamaron Candy y Oso mientras se quitaban los disfraces-. Queríamos devolverte tus chocolates y pedirte disculpas nuevamente. El alcalde Perruno sonrió ampliamente ante la sinceridad y valentía de sus pequeños amigos.

Se dio cuenta de que había sido un malentendido y apreció mucho el gesto tan especial que habían tenido. - Chicos -dijo el alcalde-, estoy muy orgulloso de ustedes por haberme devuelto los chocolates.

No solo han demostrado honestidad, sino también valentía al enfrentar las consecuencias de sus acciones. Me han enseñado una gran lección.

El alcalde Perruno, para recompensar a Candy y Oso por su acto de bondad, les regaló una caja nueva de chocolates y los invitó a compartirlos juntos en su oficina. Desde ese día, Candy y Oso aprendieron la importancia de ser honestos y responsables con sus acciones.

Además, descubrieron que siempre hay una oportunidad para hacer lo correcto, incluso cuando cometemos errores. Y así, en Villa Animal, todos aprendieron que la amistad verdadera se construye sobre valores como la sinceridad y el respeto mutuo.

Juntos vivieron muchas aventuras más, siempre recordando la lección que habían aprendido aquel día en el parque. Fin.

FIN.

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