La caja mágica de Lola



Había una vez una niña llamada Lola, a quien le encantaba jugar y explorar en el bosque cercano a su casa.

Un día, mientras caminaba por el bosque, encontró un objeto muy peculiar: ¡una caja mágica llena de colores y formas brillantes! Lola abrió la caja con entusiasmo y de repente, los colores y las formas salieron volando hacia todas partes. El bosque se llenó de un arcoíris deslumbrante que iluminaba todo a su alrededor.

Las formas flotaban en el aire como pequeñas hadas bailarinas. -¡Qué maravilla! -exclamó Lola emocionada-. ¡Es como si el bosque cobrara vida! Lola decidió seguir a los colores y las formas para descubrir adónde la llevaban.

Mientras avanzaba entre los árboles, vio que cada color tenía un poder especial. El rojo era valiente y audaz; el azul era tranquilo y pacífico; el amarillo era alegre y optimista.

De repente, Lola se encontró con una forma rectangular triste que se escondía detrás de un arbusto. -¿Qué te pasa? -preguntó Lola preocupada. -La verdad es que me siento muy sola -respondió la forma rectangular-. No tengo amigos porque todos piensan que soy aburrida.

Lola pensó en cómo ayudar a la forma rectangular a sentirse mejor. De pronto, tuvo una idea brillante: juntaría diferentes colores para hacerla más interesante. Lola reunió al color rojo valiente, al azul tranquilo y al amarillo alegre.

Juntos, crearon una forma rectangular con colores vibrantes y emocionantes. -¡Wow! ¡Eres increíble! -exclamó la forma rectangular, ahora llena de alegría-. Nunca pensé que podría ser tan divertida. A medida que Lola continuaba explorando el bosque, encontró más formas tristes y solitarias.

Con la ayuda de los colores mágicos, transformó un triángulo en una tiara real para una forma triangular tímida y un círculo en un balón de fútbol para una forma circular deportista.

El bosque se llenó de risas y alegría mientras las formas jugaban juntas. Cada vez que Lola ayudaba a una forma a encontrar su verdadero potencial, el bosque se volvía aún más hermoso y vibrante. Pero entonces, apareció una nube gris sobre el bosque y comenzó a llover sin cesar.

Los colores comenzaron a desvanecerse y las formas perdieron su brillo. -¡Oh no! ¿Qué vamos a hacer? -dijo Lola preocupada. Lola recordó que dentro de la caja mágica había un color especial: el arcoíris.

Decidió buscarlo para devolverle la alegría al bosque. Después de mucho buscar bajo la lluvia, finalmente encontró al arcoíris escondido entre las hojas caídas. Con cuidado, lo liberó y el arcoíris volvió a iluminar todo el bosque con sus brillantes colores.

El sol salió nuevamente y los colores resplandecieron más fuerte que nunca. Las formas recuperaron su brillo y el bosque volvió a llenarse de alegría. Lola aprendió una valiosa lección: todos tenemos colores y formas únicas que nos hacen especiales.

Al mezclar y combinar nuestras diferencias, podemos crear un mundo lleno de alegría y diversidad. Desde aquel día, Lola continuó explorando el bosque con su caja mágica.

Juntos, los colores, las formas y ella vivieron muchas aventuras felices mientras compartían la magia de la amistad y la creatividad. Y así, en cada rincón del bosque, reinaba la alegria gracias a Lola y su caja mágica llena de colores y formas maravillosas.

FIN.

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