La calabaza encantada de Benito


Había una vez un niño llamado Benito, de cinco años, que tenía el pelo rizado y le encantaba Halloween. Desde que era muy pequeño, siempre se había sentido atraído por las calabazas y todo lo relacionado con esta festividad.

Benito vivía en un pequeño pueblo rodeado de campos de calabazas. Cada año, cuando llegaba octubre, las familias del pueblo se reunían para celebrar Halloween juntos.

Todos los vecinos decoraban sus casas con luces y colgaban calabazas talladas en sus puertas. A Benito le emocionaba mucho la idea de tallar su propia calabaza. Así que decidió pedirle ayuda a su abuelo Lucas, quien también amaba esta festividad.

Juntos fueron al campo a buscar la calabaza perfecta para tallarla. Después de caminar entre los campos durante un buen rato, finalmente encontraron una hermosa calabaza naranja y redonda. Benito estaba tan feliz que no podía contener su emoción.

Cuando regresaron a casa, sacaron todas las herramientas necesarias para comenzar a tallar la calabaza. Abuelo Lucas le explicó paso a paso cómo hacerlo mientras Benito prestaba mucha atención.

Con mucho cuidado, empezaron a cortar la parte superior de la calabaza y luego vaciaron todo el interior utilizando una cuchara grande. Benito se reía mientras sacaba montones de semillas pegajosas y pulpa anaranjada.

Una vez limpia por dentro, llegó el momento más emocionante: dibujar el diseño en la cáscara de la calabaza antes de cortarlo con un cuchillo afilado. Benito eligió hacer una cara de calabaza sonriente y traviesa. Después de horas de trabajo, finalmente terminaron. La calabaza estaba lista para ser iluminada con una vela en su interior.

Benito estaba tan orgulloso de su creación que no podía esperar a mostrarla a todos en la fiesta de Halloween del pueblo. Llegó el gran día y el pueblo se llenó de risas, música y disfraces coloridos.

Todos los niños llevaban sus propias creaciones hechas con calabazas talladas.

Benito paseaba por las calles, disfrutando del ambiente festivo cuando algo inesperado ocurrió: ¡la luz dentro de su calabaza se apagó! Benito se sintió triste y desanimado al ver que todos los demás tenían sus calabazas brillando mientras la suya estaba apagada. Pero entonces, recordó algo importante que su abuelo le había enseñado: nunca rendirse ante los obstáculos. Decidió buscar una solución creativa para encender nuevamente la luz en su calabaza.

Corrió hacia un puesto cercano donde vendían linternas pequeñas y compró una nueva vela. Con mucho cuidado, la colocó dentro de la calabaza y... ¡voilà! Su hermosa creación volvió a brillar más fuerte que nunca.

Todos los vecinos quedaron sorprendidos por la determinación y creatividad de Benito. Se acercaron para felicitarlo por su valentía y perseverancia frente a las dificultades.

Desde ese día, Benito aprendió que no importa cuántos problemas o contratiempos encuentres en el camino, siempre hay una solución si no te rindes y piensas de manera creativa. Y así, Benito se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo.

Cada año, durante Halloween, recordaban su historia y se inspiraban a seguir adelante con sus sueños y metas. Desde entonces, Benito continuó disfrutando de las calabazas y Halloween, pero ahora también sabía que la verdadera magia estaba en su interior: la fuerza para superar cualquier obstáculo y brillar incluso en los momentos más oscuros.

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