La calabaza y los exploradores



Érase una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, vivían tres amigos muy aventureros: Jaimary, Sara Valentina y Emmanuel. Les encantaba explorar juntos y descubrir cosas nuevas.

Un día de Halloween decidieron ir a pedir dulces por las casas del vecindario. Con sus coloridos disfraces puestos y canastas vacías en mano, comenzaron su recorrido. Pasaron por varias casas donde recibieron muchos caramelos y golosinas deliciosas.

Pero había una casa que les llamó la atención desde lejos. La casa estaba cubierta de telarañas y tenía una calabaza gigante en la entrada. Parecía misteriosa e intrigante. Decidieron acercarse para ver si también podían obtener algunos dulces allí.

Con mucho valor, tocaron la puerta de la casa misteriosa. Para su sorpresa, la puerta se abrió sola con un chirrido escalofriante. Detrás de ella, vieron una calabaza enorme con ojos brillantes que parecían estar vivos.

Asustados pero curiosos, los amigos entraron lentamente a la casa mientras trataban de no hacer ruido. Los pasillos estaban oscuros y llenos de sombras espeluznantes que hacían crujir el piso bajo sus pies. De repente, escucharon un ruido extraño detrás de ellos y se dieron vuelta rápidamente asustados.

La calabaza gigante había cobrado vida y estaba persiguiéndolos con ganas de comerlos. Corrieron tan rápido como pudieron para escapar del malvado vegetal parlanchín que los perseguía sin descanso. Pero la calabaza era rápida y estaba decidida a atraparlos.

Desesperados, encontraron una habitación con un armario grande y se escondieron dentro de él. La calabaza los buscó por todas partes, pero no logró encontrarlos. Finalmente, se dio por vencida y se fue en busca de otra merienda.

Cuando estuvieron seguros de que la calabaza había desaparecido, los amigos salieron del armario y respiraron aliviados. Se dieron cuenta de que habían aprendido una valiosa lección esa noche: nunca juzgar a alguien solo por su apariencia.

Decidieron investigar más sobre la casa misteriosa para descubrir qué había pasado realmente con la calabaza. Descubrieron que el dueño anterior era un científico loco que había experimentado con plantas y creó una fórmula mágica para dar vida a las verduras.

La calabaza gigante era uno de sus experimentos fallidos, pero en realidad no quería hacerles daño, solo estaba asustada y confundida. Los amigos decidieron ayudar a la pobre calabaza a volver a ser una simple planta nuevamente.

Investigaron más sobre las fórmulas del científico loco y encontraron el antídoto adecuado. Con mucho cuidado e ingenio, aplicaron el antídoto en la calabaza gigante y poco a poco volvió a su estado normal sin vida propia.

La devolvieron al jardín donde pertenecía originalmente. Desde ese día, Jaimary, Sara Valentina y Emmanuel aprendieron que es importante ser amables y comprensivos con todos, incluso si son diferentes.

Descubrieron que no se puede juzgar a alguien solo por su apariencia y que todos merecen una oportunidad de ser amados y comprendidos. Y así, los tres amigos continuaron sus aventuras en Villa Feliz, llevando consigo el recuerdo de la calabaza gigante y la lección valiosa que aprendieron esa noche de Halloween.

FIN.

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