La calesita de los corazones



Había una vez una linda bebé llamada Agostina. Tenía unos ojos grandes y brillantes, y una sonrisa que iluminaba la habitación.

A Agostina le encantaba ir a la calesita a jugar, pero desafortunadamente sus tíos y su madre no eran muy amables con ella. Todos los días, Agostina les pedía a sus tíos que la llevaran a la calesita, pero ellos siempre encontraban excusas para no hacerlo.

Decían que estaban ocupados o cansados, pero en realidad solo querían quedarse en casa viendo televisión y comiendo comida chatarra. La pobre Agostina se sentía triste y sola. Hasta que un día, su único tío bueno llamado Martín decidió hacer algo al respecto.

Martín era diferente a los demás; siempre estaba dispuesto a pasar tiempo de calidad con su sobrina. Un hermoso día de verano, Martín sorprendió a Agostina llevándola directamente a la calesita. La pequeña bebé estaba emocionada y no podía contener su alegría.

Montó en el caballo más bonito de todos mientras daba vueltas y vueltas al ritmo de la música. Después de un rato divertido en la calesita, Martín llevó a Agostina a comprar helado.

Ella disfrutó cada bocado del cremoso helado mientras caminaban por el parque juntos. Agostina se sentía tan feliz al lado de su tío Martín. Él era cariñoso, divertido y siempre cuidaba bien de ella.

A diferencia de los demás miembros de su familia, él valoraba el tiempo compartido y la felicidad de Agostina. A partir de ese día, Martín se convirtió en el compañero de juegos favorito de Agostina.

Cada semana, él la llevaba a diferentes lugares emocionantes: al zoológico para ver a los animales, al parque acuático para chapotear en las piscinas o simplemente a pasear por el centro de la ciudad. Agostina aprendió muchas cosas interesantes gracias a su tío Martín.

Él le enseñó sobre los colores, las formas y los nombres de los animales. Juntos exploraron nuevos mundos llenos de aventuras y risas.

Con el tiempo, Agostina comenzó a crecer y se dio cuenta de que no todos en su familia eran pesados y sucios como sus tíos y su madre. Había personas especiales como su abuelo que siempre estaba dispuesto a escucharla y jugar con ella. Agostina también entendió que tenía derecho a ser feliz y rodearse solo de aquellos que realmente la amaban.

No importaba si eran parientes o no; lo importante era tener personas positivas y cariñosas cerca. Desde aquel día en la calesita, Agostina supo que siempre habría alguien especial dispuesto a llevarla a jugar y comprarle helado.

Y aunque sus tíos nunca cambiaron, ella encontró consuelo en saber que tenía un tío Martín maravilloso que siempre estaría allí para ella. Y así, Agostina continuó creciendo rodeada del amor incondicional de su tío Martín y otros seres queridos.

Siempre recordaría esa experiencia especial en la calesita como un momento mágico donde descubrió el verdadero valor de la familia y la importancia de elegir a las personas adecuadas para compartir su vida.

FIN.

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