La calesita mágica de Elena
Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Felicidad, una niña llamada Elena. Elena tenía 7 años y le encantaba jugar con sus amigos en el parque los días festivos.
Su lugar favorito era la hamaca y la calesita. Cada vez que llegaba un día festivo, Elena se despertaba muy temprano y corría al parque para encontrarse con sus amigos.
Juntos subían a la hamaca y se balanceaban tan alto como podían, sintiendo cómo el viento acariciaba sus rostros y sus risas llenaban el aire. Un día, mientras estaban jugando en la hamaca, Elena notó algo extraño. La calesita no estaba funcionando.
Se acercó corriendo para ver qué pasaba y encontró a Don Tomás, el dueño del parque, arreglando una rueda que se había desprendido. "¡Hola Don Tomás! ¿Por qué la calesita no está funcionando?", preguntó Elena curiosa. Don Tomás miró a Elena con una sonrisa amable y le respondió: "Hola querida Elena.
La calesita necesita ser reparada antes de que puedan volver a montarse en ella". Elena pensó por un momento y luego tuvo una idea brillante. "¿Y si todos nosotros ayudamos a repararla? ¡Seguro podemos hacerlo juntos!", exclamó emocionada.
Don Tomás quedó sorprendido por la propuesta de Elena pero aceptó su ayuda sin dudarlo. Pronto, los amigos de Elena se unieron para trabajar en equipo.
Algunos trajeron herramientas, otros buscaron piezas perdidas y todos colaboraron de alguna manera. Día tras día, Elena y sus amigos trabajaron arduamente en la reparación de la calesita. Aprendieron a usar herramientas, a solucionar problemas y a no rendirse cuando las cosas se ponían difíciles.
Juntos superaron obstáculos y celebraron cada pequeño avance. Finalmente, después de muchas semanas de trabajo duro, la calesita estaba lista para funcionar nuevamente. Elena y sus amigos estaban emocionados por volver a montarse en ella y disfrutar juntos como siempre lo habían hecho.
El día de la gran inauguración llegó y todo el pueblo se reunió en el parque para celebrar el regreso de la calesita. Elena subió al asiento principal junto con Don Tomás mientras sus amigos esperaban ansiosos su turno.
"¡Listos!" exclamó Don Tomás mientras daba inicio al paseo. La música comenzó a sonar, las luces brillaban y los niños sonreían de oreja a oreja mientras giraban en círculos. Era un momento mágico lleno de alegría y felicidad.
Elena aprendió una valiosa lección aquel día: trabajar en equipo puede hacer que los sueños se hagan realidad. No importa cuán difícil parezca una tarea, siempre hay una forma de superar los desafíos si nos apoyamos mutuamente.
Desde aquel día, Elena nunca dejó que los obstáculos le impidieran alcanzar sus metas. Siempre recordaba el poder del trabajo en equipo y cómo juntos podían lograr cosas increíbles.
Y así, todos los días festivos, Elena seguía jugando en la hamaca y montando en la calesita junto con sus amigos, creando recuerdos maravillosos que durarían para siempre en sus corazones. .
FIN.