La Camisa Mágica de la Bruja Sandía
En un pequeño pueblo rodeado de verdes praderas, vivía una bruja muy especial llamada Sandía. A diferencia de las brujas de los cuentos, Sandía era bondadosa y tenía una única tarea: cuidar del agua que regaba las plantas y mantenía la vida en su hogar.
Un día, mientras recogía flores silvestres, Sandía encontró una camisa brillante colgando de un arbusto. Era de un tono azul intenso, con dibujos de soles que parecían bailar. "¿Qué prenda más curiosa!", exclamó Sandía, asombrada por su belleza. Al ponerla sobre sus hombros, la camisa cobró vida. "¡Hola, brujita! Soy la Camisa Sol! Estoy aquí para ayudarte a mantener la magia del agua en el pueblo."
Con la camiseta puesta, Sandía se dio cuenta de que podía hablar con las plantas y los animales que la rodeaban. "¿Qué necesitan ustedes para crecer?", les preguntó con entusiasmo. Las flores le respondieron: "Agua y luz, necesitamos agua y sol para florecer."
Decidida a ayudar, Sandía utilizó su magia para invocar nubes y hacer llover sobre el campo. Pero algo extraño sucedió. A la mañana siguiente, el sol no salió. La tierra comenzó a secarse y los habitantes del pueblo se preocupaban.
"¿Qué haremos sin el agua del sol?", murmuraban los campesinos.
Sandía, angustiada, decidió que tenía que hacer algo. Se dirigió a la cima de una montaña para buscar la fuente del sol. Allí encontró al Sol, que lucía triste y apagado. "¡Hola, gran Sol! ¿Qué te pasa?"
"Estoy cansado, querida brujita. Mi trabajo es muy pesado y necesito un descanso" - respondió con un suspiro. Sin saber cómo ayudarlo, Sandía pensó que podría reunir a los habitantes del pueblo y pedirles su apoyo para reconfortar al Sol. "Vamos a hacer una celebración en su honor!"
Al regresar al pueblo, Sandía comenzó a organizar la fiesta. Todos los vecinos se pusieron muy contentos y comenzaron a preparar comida, música y baile. Mientras tanto, Sandía usó su Camisa Sol para comunicarle al Sol lo que estaban haciendo.
"¡Gran Sol! ¡Te estamos esperando! Ven a nuestra celebración!"
La noticia llegó al Sol, y aunque dudoso, decidió asomarse. Cuando el Sol apareció, todos gritaron: "¡Eres el mejor sol del mundo! ¡Te queremos!"
El Sol, conmovido por la alegría de la gente y su dedicación, comenzó a brillar con más fuerza. Finalmente, dijo: "¡Gracias, queridos! ¡Mi luz nunca había sido tan apreciada! ¡Volveré a brillar con todo mi esplendor!"
Y así lo hizo. Los rayos del sol comenzaron a calentar la tierra, mientras las nubes, felices por el regreso del brillo, comenzaron a llover suavemente. Las plantas volvieron a florecer y el agua comenzó a correr en los ríos.
"¡Lo logramos!"
FIN.