La camisa manchada
Había una vez un niño llamado Mateo que tenía una camisa nueva muy bonita. Su papá, Don Carlos, le había advertido repetidamente que tuviera cuidado de no ensuciarla. "Mateo, esta camisa es especial y debes cuidarla.
No quiero que se manche", le dijo su papá con voz seria. Pero Mateo estaba tan emocionado por ir a jugar al parque con sus amigos que olvidó completamente las palabras de su papá.
Corrió hacia el parque sin preocuparse por nada más. En el parque, Mateo jugó y se divirtió tanto que se olvidó por completo de la advertencia de su padre. Saltaba en los charcos, trepaba árboles y rodaba por el césped sin pensar en las consecuencias.
Cuando llegó la hora de volver a casa, Mateo notó algo extraño: su camisa nueva ya no era blanca y reluciente como antes. Estaba cubierta de manchas de barro y pasto verde.
"¡Oh no! ¡La camisa está sucia!", exclamó asustado mientras miraba su reflejo en un charco. Al llegar a casa, Don Carlos vio a Mateo con la camisa sucia y frunció el ceño. Estaba decepcionado porque su hijo no había escuchado sus consejos.
"Mateo, te lo dije claramente: ¡no debías ensuciar esa camisa! Ahora tendrás que aprender la importancia del cuidado personal", reprochó Don Carlos seriamente. Mateo bajó la cabeza avergonzado pero sabía que tenía que enfrentar las consecuencias de sus acciones.
Decidió tomar la responsabilidad y aprender de su error. Don Carlos le mostró cómo lavar la camisa a mano. Llenaron un balde con agua tibia y detergente, y juntos comenzaron a frotar gentilmente las manchas.
Mientras lavaban la camisa, Don Carlos aprovechó para enseñarle una valiosa lección a Mateo. "Hijo, es importante cuidar nuestras pertenencias. Cuando nos preocupamos por ellas, duran más tiempo y podemos disfrutarlas por más tiempo", explicó Don Carlos pacientemente. Mateo asintió con tristeza mientras seguía frotando la camisa.
Comprendió que debía prestar atención a las instrucciones de sus padres para evitar situaciones desagradables como esta en el futuro. Después de un rato, finalmente lograron quitar todas las manchas de la camisa.
La dejaron secar al sol y poco a poco recuperó su brillo original. Esa noche, antes de dormir, Mateo abrazó a su papá y le prometió que sería más cuidadoso en el futuro.
A partir de ese día, Mateo aprendió que escuchar los consejos de sus padres era muy importante. Aprendió a valorar sus pertenencias y comprendió que cuidándolas podían durar mucho más tiempo.
Y así fue como Mateo entendió el valor del cuidado personal y cómo una simple advertencia puede marcar la diferencia en nuestras acciones futuras. Desde entonces, siempre recordaba lo importante que era mantenerse limpio ¡y no ensuciar nunca más su querida camisa!
FIN.