La cancha del meteorito



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, cuatro amigos muy traviesos y curiosos: Acaymo, Cebensui, Dariel y Ainara. Les encantaba jugar juntos y divertirse explorando nuevas aventuras.

Un día soleado, decidieron ir a la cancha de fútbol para practicar sus habilidades con el balón. Sin embargo, por error, terminaron en la cancha de baloncesto.

El entrenador del equipo de básquetbol los vio llegar y, pensando que querían interrumpir la práctica, los echó con una manguera de agua. - ¡Ey! ¿Qué hacen aquí? Esta es nuestra cancha -gritó el entrenador mientras los rociaba con agua. Los amigos salieron corriendo empapados y riendo a carcajadas por el malentendido.

Pero de repente, algo increíble sucedió: un meteorito cayó del cielo directamente sobre la cesta de básquetbol ¡y la destrozó por completo! - ¡Wow! ¡Miren lo que ha pasado! -exclamó Acaymo señalando el impactante agujero dejado por el meteorito.

Sin perder tiempo, Dariel tuvo una brillante idea:- Chicos, ahora que no hay cesta podemos jugar al fútbol aquí mismo. Solo necesitamos marcar una portería. Ainara tomó su mochila y sacó unas camisetas para usar como postes improvisados.

Con entusiasmo, colocaron las camisetas en cada extremo de la cancha destrozada y comenzaron a patear el balón entre risas y diversión. El sol brillaba en lo alto mientras los amigos jugaban al nuevo deporte inventado en ese instante.

Corrían sin parar persiguiendo el balón y celebrando cada gol como si fuera el más importante del mundo. La emoción invadía sus corazones mientras se divertían como nunca antes lo habían hecho. Al finalizar el partido improvisado, se miraron entre sí con alegría y complicidad.

Habían descubierto que incluso cuando las cosas no salen como se espera, siempre hay oportunidades para disfrutar y aprender algo nuevo.

Desde ese día en adelante, Acaymo, Cebensui, Dariel y Ainara siguieron reuniéndose para jugar al fútbol en aquella peculiar cancha sin cesta pero con mucha creatividad e imaginación. Aprendieron que los obstáculos pueden convertirse en oportunidades si se enfrentan con valentía y optimismo.

Y así concluyeron su día lleno de sorpresas y enseñanzas inesperadas bajo el cielo azul de Villa Alegre; donde cuatro amigos demostraron que juntos todo es posible cuando se juega con amor e ingenio.

FIN.

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