La Canción de la Amistad



En una pequeña y colorida localidad llamada Arcoíris, vivían cuatro amigos inseparables: Tomás, Sofía, Lucas y Valentina. Un día, mientras jugaban en el parque, Tomás propuso una idea.

"Che, ¿y si creamos una canción?" - dijo con una sonrisa.

"¡Sí! Eso me encantaría!" - respondió Sofía entusiasmada.

"Pero, ¿de qué vamos a hablar?" - se preguntó Lucas con curiosidad.

Valentina, observando a sus amigos, sugirió:

"Podríamos hablar de nuestra amistad y de lo divertido que es jugar juntos. ¡Eso es lo más importante!"

Así fue como comenzaron a trabajar. En el parque, bajo la sombra de un gran árbol, se pusieron a pensar en una melodía. Sofía comenzó a tararear una canción mientras Tomás tocaba su guitarra de juguete, y Lucas y Valentina se unieron a la diversión.

"Podemos hacer que la canción tenga un estribillo pegajoso. Algo que todos puedan cantar!" - dijo Lucas, emocionado.

Y así, en cuestión de horas, habían creado su primera canción, que decidieron llamar "La Canción de la Amistad". El estribillo decía:

"¡Baila y canta, ven a disfrutar! Con amigos siempre hay que celebrar!"

Fueron a la casa de Sofía, donde su madre les ayudó a grabar la canción con su teléfono. Cuando escucharon la grabación, no podían dejar de reír y bailar.

"¡Es impresionante!" - exclamó Valentina, moviendo su cuerpo al ritmo de la música.

Decidieron que tenían que compartir su creación con el mundo. Así que organizaron un pequeño espectáculo en el parque. Invitaron a todos los niños del barrio y se dispusieron a mostrar su canción. Prepararon carteles, globos y se llenaron de emoción.

El día del espectáculo, todo el parque estaba lleno de niños animados y padres curiosos. Cuando llegó el momento, Tomás se tomó de las manos con Sofía, Lucas y Valentina. Todos estaban nerviosos, pero se miraron con complicidad y sonrieron.

"¡Vamos, juntos podemos!" - dijo Sofía mientras subían al improvisado escenario.

Comenzaron a cantar, sus voces resonaban puras y alegres en el aire. La melodía era contagiosa y todos empezaron a bailar. El espíritu de la amistad llenaba el ambiente.

Pero en medio de la canción, algo inesperado sucedió. El viento sopló con fuerza y se llevó los globos voladores que habían decorado el lugar. Algunos niños miraron hacia arriba con caritas de sorpresa.

"¡No! ¡Mis globos!" - gritó una niña.

Sin embargo, Lucas tuvo una idea brillante:

"No se preocupen, ¡los globos ahora están volando hacia el cielo, para que todos los ángeles también puedan disfrutar de nuestra canción!" - dijo mientras señalaba al cielo.

Los niños comenzaron a aplaudir y a reírse. Sofía gritó:

"¡Vamos a cantar más fuerte para que los globos puedan escucharnos!"

Y así lo hicieron. La energía de los niños creció, y juntos cantaron con todas sus fuerzas, acompañados de saltos y risas. En ese instante, se sintieron más unidos que nunca.

Al finalizar la canción, todos estallaron en aplausos y risas. Tomás, Sofía, Lucas y Valentina se abrazaron, sabiendo que habían creado algo más que una simple canción: habían creado un recuerdo imborrable.

Esa noche, mientras volvían a casa, Valentina dijo:

"Quiero que siempre recordemos este día y que sigamos creando más canciones juntos."

"¡Sí! La amistad es la mejor inspiración para hacer música!" - respondió Sofía con una sonrisa.

Y así, la razón de su alegría se convirtió en un lazo aún más fuerte, y supieron que juntos, podían enfrentar cualquier cosa y hacer más canciones llenas de amor y amistad. Desde entonces, todos los sábados, se reunían en el parque para bailar, cantar y celebrar su amistad, creando nuevas historias cada vez que lo hacían. Y así es como, en el pequeño pueblo de Arcoíris, la amistad se celebraba al son de nuevas melodías, recordando que juntos son más fuertes y felices.

FIN.

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