La Canción de la Niebla Niebla
En un pequeño y mágico pueblo llamado Verdejano, había un bosque encantado conocido como el Bosque de la Niebla. Este bosque era especial porque, cada mañana, al salir el sol, la niebla danzaba entre los árboles y los rayos de luz se filtraban creando un espectáculo de colores. Todos en Verdejano hablaban de una guardiana del bosque, llamada Lúa, quien tenía una voz maravillosa que podía traer consuelo a los corazones tristes.
Un día, en el pueblo, la pequeña Ana, una niña de diez años, escuchó a su abuela contar la leyenda de la Canción de la Niebla Niebla. Se decía que quien escuchara esa canción podría comprender el lenguaje de la naturaleza y ayudar a los demás. "Abuela, ¿tú crees que podría encontrar a Lúa y escuchar su canción?" -preguntó Ana, sus ojos brillaban de ilusión. "Tal vez, mi querida, pero el camino hasta ella no es fácil. Debes ser valiente y sincera de corazón" -respondió su abuela.
Ana decidió que al día siguiente, al amanecer, se adentraría en el bosque. Se preparó con su mochila llena de provisiones y una pequeña libreta. Al entrar en el Bosque de la Niebla, sintió una mezcla de emoción y un poco de miedo. La niebla era tan densa que parecía envolverla en un abrazo frío.
"¿Lúa?" -gritó Ana, esperando que su voz sonara por encima del murmullo del viento. Nadie respondió, pero sintió que la brisa la guiaba.
Siguió el sonido de un arroyo y notó cómo la niebla empezaba a despejarse un poco. Mientras caminaba, se encontró con un hermoso ciervo. "¡Hola, pequeño! ¿Has visto a Lúa?" -preguntó Ana. El ciervo la miró directamente a los ojos y le respondió en un suave susurro: "Sigue el sendero azul, allí hallarás a la guardiana". Con un guiño de agradecimiento, Ana se puso en marcha hacia el sendero.
Después de un rato, encontró un sendero cubierto de flores azules que llevaban hacia un claro iluminado por el sol. Allí, rodeada de árboles antiguos y flores brillantes, estaba Lúa. Tenía una melena larga como la niebla y unos ojos que brillaban como estrellas.
"Bienvenida, Ana. Te estaba esperando" -dijo Lúa con una voz melodiosa. "Vine a buscar tu canción, guardiana. Escuché que puede traer consuelo a quienes lo necesitan" -respondió Ana, sintiéndose un poco tímida. "La canción no es solo música, es el eco del amor y la esperanza que llevamos en el corazón" -explicó Lúa.
Ana se sentó con Lúa y escuchó su historia sobre cómo la niebla ayudaba a las plantas a crecer y a los animales a encontrar su camino. "¿Y cómo puedo yo ayudar a otros con esto?" -preguntó Ana, intrigada. "Con tu voz, Ana. Cada vez que cante desde el corazón, recordarás que tienes el poder de traer luz a la oscuridad de otros" -contestó Lúa.
Ana comenzó a entender el verdadero significado de la Canción de la Niebla Niebla. "¿Puedo probar a cantar?" -dijo, sintiendo un cosquilleo de emoción. Lúa asintió, sonriendo. Ana respiró hondo y empezó a cantar. Su voz se entrelazó con los sonidos del bosque, creando una melodía que parecía bailar con la brisa.
Pero, de repente, la niebla se espesó de nuevo, y una sombra oscura apareció entre los árboles. "¡No puedes cantar aquí! ¡La niebla es mía!" -rugió una voz grave. Era un viejo lobo que había perdido su camino y estaba muy enojado.
"Por favor, no te enojes. Solo estoy tratando de ayudar a todos, como tú. La canción puede brindarte paz y alegría" -le explicó Ana con valentía. El lobo, un tanto confundido, se acercó.
"¿Ayudar? Nadie ha intentado ayudarme. Solo venían por miedo" -dijo el lobo, bajando un poco su guardia.
Ana pensó rápido y dijo: "Tal vez puedas cantar con nosotros. Yo no veo la niebla como algo negativo, puede ser un lugar hermoso y lleno de vida". El lobo, intrigado, finalmente accedió y, para su sorpresa, su voz también resonó en armonía.
Con el canto de Ana y el lobo, la niebla comenzó a aligerarse, y el bosque pareció cobrar vida. Los animales se unieron a ellos, creando una sinfonía que parecía llenar el aire con felicidad. Lúa sonreía al ver cómo la canción traía unidad y paz entre aquellos que habían vivido en la soledad.
Después de un rato, el lobo quedó emocionado y dijo: "Nunca había sentido esto antes. Quizás no estoy tan solo después de todo". Ana sonrió y se dio cuenta de que la Canción de la Niebla Niebla no solo traía consuelo a los demás, sino también a ella misma. La niebla se disolvió, y ahora el Bosque de la Niebla lucía más brillante que nunca.
"Recuerda esto, Ana: tu voz puede hacer magia, sólo tienes que usarla para compartir amor y alegría" -dijo Lúa mientras la niebla se desvanecía. Ana, ya llena de confianza, prometió usar su voz para ayudar a los demás en su pueblo.
Esa tarde, regresó a Verdejano, donde nadie había visto el Bosque de la Niebla en su mejor momento. Con el corazón lleno de esperanza, Ana comenzó a compartir sus nuevas experiencias y enseñó a todos a cantar juntos, creando un coro que resonaba a través de las montañas. Y, cada mañana, el Bosque de la Niebla se llenaba de colores, risas y voces que traían consuelo a todos los rincones del pueblo, junto a su guardiana, Lúa, siempre en el fondo del corazón de Ana.
Así, la canción de la niebla se convirtió en un símbolo de unidad y amor, recordándoles que, en cada corazón, hay una melodía esperando salir y ayudar al mundo.
FIN.