La Canción de los Sueños



En un pequeño pueblo llamado Melodía, vivía un niño llamado Lucas. Era un chico alegre, con una sonrisa que iluminaba cualquier lugar. Todos lo conocían por su amor por la música, aunque él no sabía tocar ningún instrumento. Apenas tenía un viejo tamborcito que había encontrado en el desván de su abuela.

Un día, mientras caminaba por el parque, Lucas se encontró con una anciana sentada en un banco. Ella tenía un violín desgastado y un sombrero lleno de monedas. La anciana tocaba una melodía suave que llenaba el aire con notas dulces.

"¡Qué hermosa canción!" - exclamó Lucas, dejando de lado su tamborcito y acercándose más.

"Gracias, pequeño," - respondió la anciana con una sonrisa cálida. "Soy doña Clara, y estoy buscando a alguien que quiera aprender a tocar el violín."

Lucas se emocionó. Siempre había soñado con tocar un instrumento, y el violín era su favorito.

"¿Puedo aprender?" - preguntó con ojos brillantes.

"Claro, pero hay una condición," - dijo doña Clara. "Tienes que ponerle corazón a cada nota que toques. La vida es una canción, niño, ¡ponle corazón!"

Los días pasaron, y cada tarde, Lucas iba al parque para aprender con doña Clara. Las lecciones eran divertidas, pero al principio, Lucas se frustraba porque no podía tocar como deseaba.

"No sé si puedo, doña Clara," - dijo en una ocasión, bajando la mirada.

"Recuerda, Lucas, que cada error es solo un paso más hacia el éxito. Ponle corazón y no te rindas," - contestó ella, animándolo.

Una tarde, mientras Lucas practicaba, escuchó risas y música en el aire. Un grupo de niños jugaba cerca y parecía que necesitaban música para su juego.

"¿Y si toco algo con el violín para ellos?" - pensó.

"No puedo, no soy lo suficientemente bueno aún," - se dijo a sí mismo, pero recordó las palabras de doña Clara.

"La vida es una canción, ponle corazón," - murmuró para animarse.

Se acercó a los niños.

"Hola, ¿quieren que les toque algo?" - preguntó, un poco nervioso.

"¡Sí!" - gritaron los niños, emocionados.

Con el corazón latiendo fuerte, Lucas tomó el violín y comenzó a tocar una melodía sencilla. Al principio, el sonido era un poco desafinado, pero mientras avanzaba, su confianza crecía.

"¡Eso suena genial!" - gritó un niño.

"¡Tocá más!" - exclamó otra niña.

La melodía empezó a fluir y la risa de los niños lo llenó de energía. Aquella tarde, Lucas no solo tocó, ¡sino que también hizo que los demás lo acompañaran con palmas!

Cuando terminó, recibió un aplauso ruidoso.

"¡Sos un genio!" - dijo uno de los chicos.

"¡Sí, Lucas, ponés mucho corazón!" - añadió otra niña.

La felicidad de Lucas era inmensa, se dio cuenta de que lo más importante no era tocar perfecto, sino disfrutar de la música y compartirlo con los demás.

"Gracias, chicos. Me ayudaron a ponerle el corazón a esta canción," - dijo, sonriendo.

Con el tiempo, Lucas se volvió un músico querido en Melodía. Doña Clara seguía siendo su mentora y le enseñaba cada día algo nuevo. Juntos organizaban pequeñas presentaciones en el parque, donde los niños siempre estaban felices de escuchar.

"Lucas, has aprendido bien. Cada nota que tocas está llena de tu corazón, y eso es lo más valioso," - decía doña Clara.

Llegó el día de la gran fiesta del pueblo. Todos los músicos se reunían para mostrar su talento. Lucas estaba nervioso, pero recordando las palabras de doña Clara, se armó de valor y subió al escenario.

"Voy a tocar para todos ustedes, con el corazón," - dijo antes de empezar.

Cuando terminó su interpretación, los aplausos llenaron el aire. Los habitantes de Melodía se levantaron de sus asientos y vitorearon. Lucas, emocionado, comprendió que su sueño de ser músico se había hecho realidad.

"¡Gracias!" - gritó mientras sonreía como nunca antes.

Esa noche, mientras todo el pueblo celebraba, Lucas miró a su alrededor y sonrió. Había aprendido que la vida es como una canción, y que debe ser vivida con alegría, amor y, sobre todo, corazón.

Desde entonces, Lucas nunca dejó de hacer música, y Melodía se convirtió en un lugar donde siempre se escuchaba una canción alegre. Con su violín en mano, Lucas había encontrado su llamado: llevar alegría a los corazones de los demás, porque sabía que en cada nota había un pedacito de su propio corazón.

Y así, la vida siguió siendo una canción maravillosa, donde cada uno debía poner su propio corazón.

"Y siempre que te sientas perdido, recordá que la vida es una canción. ¡Ponle el corazón que tenés dentro!" - decía siempre Lucas a sus amigos.

Y así nació la leyenda de Lucas, el niño que tocó el violín de los sueños y que hizo del pueblo de Melodía un lugar mágico.

FIN.

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