La canción del bosque encantado
En un hermoso bosque encantado, donde los árboles danzaban al ritmo del viento y las flores sonreían al sol, vivía una niña llamada Luna. Luna tenía una voz dulce como la miel, y cada día le gustaba caminar por el bosque mientras cantaba sus canciones favoritas. Su risa y su canto hacían que el bosque se llenara de vida.
Un día, mientras Luna entonaba una bonita melodía, una hermosa casera llamada Celeste, que estaba de paseo por el bosque, escuchó la linda voz de la niña. Intrigada, siguió el sonido de la música hasta encontrar a Luna bajo un viejo roble, rodeada de mariposas danzantes.
"¡Qué voz tan hermosa tienes!" - exclamó Celeste, sonriendo.
"¡Gracias!" - respondió Luna, un poco tímida pero feliz de recibir un cumplido. "Me gusta cantar mientras paseo."
Celeste se acercó a Luna y se presentó.
"Soy Celeste, y, te confieso que soy una viajera que busca historias y talentos escondidos en los bosques. ¿Te gustaría contarme sobre tus canciones?"
Luna, emocionada, comenzó a hablar sobre sus canciones, sus sueños y lo que la inspiraba a cantar. Celeste escuchaba con atención, asombrada por la pasión que la niña tenía por la música. Sin embargo, esta historia no iba a ser tan simple como parecía.
Unos días después, Celeste regresó al bosque con una idea brillante.
"Luna, ¿qué te parecería participar en un concurso de talentos en el pueblo? He escuchado que buscan nuevas voces para un festival."
"Pero, ¿y si no les gusto?" - dijo Luna, dudando.
"Lo importante es que te diviertas y muestres tu talento. Todos tienen una historia que contar, pero no todos se atreven a hacerlo. ¿No te gustaría que te escucharan?"
Luna pensó en ello. El miedo a actuar frente a muchos la puso nerviosa, pero la chispa de la curiosidad empezó a brillar en su corazón. Así que decidió que sí, que era hora de enfrentar sus miedos.
Los días pasaron y Luna practicaba con Celeste. Sin embargo, al llegar el día del concurso, Luna se sentía muy ansiosa. Al ver a otras niñas y niños que también tenían talento, la duda volvió a asaltarla.
"Tal vez debería retirarme..." - murmuró, mirando a su alrededor.
"Luna, recuerda lo que hablamos. Cada uno tiene su singularidad, y lo más importante es ser tú misma. Yo estaré aquí apoyándote" - dijo Celeste, animándola.
Finalmente, llegó su turno. Al subir al escenario, el corazón de Luna latía con fuerza. Se puso frente al micrófono y, cuando comenzó a cantar, algo mágico sucedió. La música fluyó como un río cristalino, llenando el aire con su voz. Poco a poco, los nervios se desvanecieron, y la niña se dejó llevar por la melodía.
Al terminar, aplausos estallaron por todo el lugar. El jurado aplaudía y sonreía. Luna bajó del escenario llena de alegría, sintiendo que su corazón vibraba con confianza.
Al final del concurso, por su valentía y talento, Luna ganó un premio especial. Pero más que el premio, lo que realmente había ganado era la confianza en sí misma.
"¡Lo hiciste! ¡Qué voz tan increíble!" - le dijo Celeste emocionada.
"No puedo creerlo, ¡gracias por alentarnos!" - dijo Luna con una gran sonrisa.
Desde ese día, Luna siguió cantando, no solo en el bosque encantado, sino también en el pueblo. Aprendió que cada voz es única, y que siempre hay que atreverse a brillar y compartir lo que llevamos dentro. La historia de Luna se convirtió en una leyenda en el bosque, recordándoles a todos que los sueños se pueden cumplir si uno se atreve a cantar.
Y así, el bosque encantado siguió llenándose de melodías, donde la amistad y la valentía florecieron junto a las flores más hermosas.
FIN.