La Canción del Váter Mágico



Había una vez un niño llamado Hugo que vivía en un pequeño y alegre vecindario. Hugo era un niño feliz, pero había algo que lo preocupaba un montón: ¡no quería usar el váter! Sus amigos en el jardín decían que era divertido, pero él prefería seguir usando su pañal.

Todos los días, su mamá, Carla, le decía:

"Hugo, ya sos un niño mayor. Todos tus amigos van al váter. ¡Es hora de que lo pruebes!"

"Noooo, mamá, el pañal es más cómodo. No quiero, no quiero, no quiero"

Carla se rascaba la cabeza, buscando la manera de convencer a su pequeño. Un día, mientras fregaba los platos, tuvo una idea brillante. Se dio cuenta de que a Hugo le encantaba cantar y bailar.

"¡Ya sé! Voy a hacer una canción especial para que Hugo se siente en el váter" pensó con una sonrisa.

Esa noche, mientras Hugo estaba jugando, mamá le dijo:

"Hugo, tengo una sorpresa. ¡Voy a cantarte una canción del váter!"

"¿Del váter?" preguntó Hugo, intrigado y un poco confundido.

Carla comenzó a cantar con alegría:

"¡Aquél que quiere ser un gran adulto,

se sienta en el váter muy contento!

Deja el pañal, es el momento,

el váter te espera, ¡con buen aliento!"

Hugo la miró con asombro y rió.

"¡Eso es muy divertido, mamá! quiero escuchar más!"

La mamá continuó cantando:

"Cuando tengas ganas de hacer pipí,

sentate en el váter, ¡y serás feliz!

Juega con el agua, mira cómo va,

y en el mundo de grandes, ¡te vas a pasear!"

Con cada estrofa, a Hugo se le iluminaba la cara. Después de tantas dudas, decidió que podía intentarlo. ¡No podía dejar de reírse con la canción!

Al día siguiente, mamá lo llevó al baño, mientras ella hacía los gestos de la canción con entusiasmo. Hugo se sentó en el váter, temblando de emoción y un poquito de nervio. Pero antes de que pudiera pensar en irse, mamá se puso a cantar otra vez:

"¡Mira cómo brilla el váter!

Es un lugar especial, un mundo brillante,

y todos lo adoran, ¡eso es emocionante!"

Hugo sonrió y se sintió un poco más valiente. El váter realmente se veía divertido. Pero luego de un rato, dijo:

"No creo que pueda, mamá. Espero el pañal..."

Carla, que no se dio por vencida, inventó un nuevo giro.

"¡Hugo! Si usas el váter, la canción va a cambiar a algo increíble.

Imagina que cada vez que lo uses, habrá una fiesta con globos y juegos.

Podés invitar a todos tus amigos".

"¿Fiesta?" preguntó Hugo, sus ojos brillaban como estrellas.

"¡Sí! Si te animas y usas el váter, puedo preparar una gran fiesta, y habrá helados y sorpresas para todos!"

Convencido por la promesa, Hugo se armó de valor y se sentó de nuevo.

"¡Voy a hacerlo, mamá!" gritó emocionado. Y esta vez sí, ¡lo logró!

Mamá, emocionada, empezó a aplaudir y cantar:

"¡Lo lograste, Hugo! El príncipe del váter,

te ganaste un premio, ¡un sabor de helado!"

La cara de Hugo se llenó de alegría, y decidió que definitivamente iría más seguido al váter.

Con cada canción y cada vez que lograba usar el váter, se fue convirtiendo en un verdadero campeón. Al final de la semana, mamá cumplió su promesa y organizó una fiesta en el patio. Todos sus amigos llegaron con globos y se divirtieron tanto.

"¡Hoy celebramos a Hugo, el rey del váter!" gritó Carla mientras todos aplaudían.

"Es un niño mayor, ¡y dejó el pañal!" agregaron los amigos.

Hugo jamás olvidó la canción del váter y siempre que iba al baño, cantaba con alegría.

Y así, un simple pañal se convirtió en un recuerdo, y cada vez que veía el váter, sonreía, sabiendo que había logrado una gran aventura.

"¡Vámonos a jugar!" decía Hugo.

"¡Con un rey del váter sí que se puede!" respondían sus amigos, llenos de felicidad.

Y así, con un poquito de música y mucho amor, Hugo fue creciendo agradecido por el apoyo de su mamá, y nunca más tuvo miedo de los grandes pasos que significaban convertirse en un niño mayor.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!