La Canty y la Brisa Sabia



Una mañana soleada en el mágico reino de Cantabria, la pequeña Canty estaba recogiendo flores cerca de un lago que brillaba bajo el sol. Ella era conocida por su curiosidad y su espíritu aventurero. Mientras masticaba un rico trozo de pan que su mamá le había dado, sintió que una suave brisa le acariciaba la cara.

"¡Hola, Canty!" - dijo la brisa, dándole un guiño juguetón.

"¡Hola, Brisa!" - respondió Canty, sorprendida de que la brisa pudiera hablar.

"Vengo con un mensaje importante para ti, pequeña. Barlovento y sotavento se están acercando, y pueden traer con ellos un poco de tristeza. Hay que prepararse, pero aún tienes unos días".

Canty frunció el ceño, preocupada. No le gustaba la idea de que algo triste llegara a su hogar.

"¿Qué puedo hacer para ayudar?" - preguntó, decidida a mantener a salvo a su amado bosque y al lago que adoraba.

"Recoge a tus amigos y juntos ayuden a los habitantes del bosque. Cada uno tiene una habilidad especial que puede ser de gran ayuda" - respondió la brisa.

Canty corrió hacia el bosque, llamando a todos sus amigos. Pronto, se reunieron un grupo variado: Marta, la ardilla muy ingeniosa; Toby, el sapo que nunca se cansa de saltar; y Lía, la tortuga sabia, que tenía muchas historias que contar.

"¿Qué podemos hacer, Canty?" - preguntó Marta, moviendo su colita con emoción.

"La Brisa me dijo que tenemos que prepararnos para la llegada de Barlovento y Sotavento. Tal vez podamos ayudar a aquellos que se sienten tristes o perdidos" - explicó Canty.

"¡Es una gran idea!" - dijo Toby, mientras saltaba de un lado a otro. "Yo puedo ayudar a organizar juegos y diversión para que todos se sientan better!".

"Yo puedo hacer refugios en los árboles donde los animales puedan resguardarse si necesitan descansar" - añadió Marta, animada.

Mientras planeaban cómo ayudar a los demás, Canty recordó una antigua leyenda que decía que la tristeza no podía resistir el poder de la alegría y la amistad. Juntos, comenzaron a crear un ambiente festivo.

Juntos recolectaron frutas, flores y semillas para hacer un gran festín. Canty y sus amigos también decidieron organizar juegos para todos los habitantes del bosque.

Con cada preparación, Canty sentía que la brisa soplaba más fuerte, como si la alentara a seguir adelante con su misión.

Finalmente, el día de la llegada de Barlovento y Sotavento se presentó. Al caer la tarde, el cielo se nubló y un viento agitado empezó a soplar. A medida que llegaban las sombras, Canty y sus amigos prepararon el gran festín en la pradera.

Barlovento, un duende con un sombrero puntiagudo, voló hasta el lugar, seguido de Sotavento, un espíritu de la tristeza.

"¿Qué es todo esto?" - preguntaron extrañados al ver la fiesta.

"¡Hola! ¡Son bienvenidos!" - contestó Canty con una gran sonrisa. "Hemos preparado todo esto para alegrar su día y ayudar a todos aquellos que se sientan un poquito tristes".

Sotavento miró a su alrededor y sintió que su pesada carga se aligeraba un poco.

"No estamos aquí solo para traer tristeza, también anhelamos compartir momentos felices, pero a veces olvidamos que la alegría existe", dijo Sotavento, sintiéndose tocado por el gesto de Canty.

La fiesta comenzó, y los animales del bosque se unieron, ríendo y jugando. Así olvidaron la tristeza que estaba en su corazón y abrazaron la alegría que compartían.

Barlovento se sintió feliz al ver que su llegada no trajo solo dolor, sino un renovado sentido de comunidad y amistad. Al final de la jornada, él y Sotavento decidieron marcharse, pero no sin antes expresar su agradecimiento.

"Gracias, Canty, por recordarnos que siempre podemos elegir la alegría" - dijo Barlovento, y Sotavento asentía.

Desde aquel día, la brisa trajo consigo no solo retos, sino también la certeza de que la amistad y la alegría eran la mejor respuesta ante la tristeza. Y mientras Canty recogía flores al día siguiente, no podía evitar sonreír al pensar en cómo sus amigos habían convertido un día gris en un momento inolvidable.

"Nunca olvidaremos que juntos somos más fuertes" - pensó, mientras la brisa la acariciaba una vez más.

Y así, en el reino de Cantabria, el bosque y el lago continuaron siendo un lugar de alegría, aventura y amistad, gracias a la pequeña Canty y su gran corazón.

FIN.

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