La capa azul de Frozen
En una pequeña ciudad llamada Congeloville, había una niña llamada Frozen. Todos los días, Frozen se ponía su capa azul brillante que la hacía sentir especial. Sin embargo, en la escuela, algunos de sus compañeros comenzaron a burlarse de ella.
"¡Mirá a Frozen con su capa de princesa!" - decía Lucas, mientras sus amigos se reían.
Frozen intentaba ignorarlos, pero cada risa la hacía sentir más triste, más sola. A menudo se sentaba en un rincón del patio, mientras veía a los demás jugar.
Un día, cansada de sentirse así, decidió que debía hacer algo. En lugar de llorar, pensó en su capa azul y cómo a ella le daba fuerza.
"¿Por qué no puedo hacer que mi capa sea algo genial?" - se preguntó. "Sí, ¡eso haré!"
Al día siguiente, Frozen fue a la escuela con una idea brillante: organizaría el primer concurso de capas de Congeloville. Desde capas de superhéroes hasta capas de hadas, todos podrían participar.
Cuando lo anunció a sus compañeros, algunos se rieron.
"¿Concurso de capas? ¡Qué ridículo!" - dijo Valentina, una de las chicas más populares. Pero Frozen no se desanimó.
"¡Sí! Pueden venir todos a mostrar sus capas. El ganador tendrá un premio especial. Juntos, podemos divertirnos y celebrar nuestras diferencias."
A medida que se acercaba el día del concurso, más chicos comenzaron a interesarse. Algunos incluso querían hacer sus propias capas o personalizar las que ya tenían. El patio pasó de ser un lugar de burlas a uno de emoción y creatividad.
El día del concurso, el patio estaba lleno de risas y colores. Niños con capas de todos los diseños caminaban orgullosos, y la sonrisa de Frozen iluminaba su rostro.
"¡Miren estas capas! Cada una es tan especial como quien la lleva puesta!" - dijo Frozen con entusiasmo.
Cada participante mostró su capa. Había una capa con estrellas que brillaban, otra de dragón, y hasta una capa hecha de pétalos de flores. Todos aplaudían y sonreían, y Frozen se sintió cada vez más feliz.
Al final del concurso, el jurado decidió que no había un solo ganador, porque todos eran únicos y representaban algo especial.
"¡Todos ustedes son increíbles!" - exclamó Frozen. "Hoy ganamos todos porque aprendimos a celebrar nuestras diferencias."
Valentina, que había sido una de las que se burlaron al principio, se acercó y le dijo:
"Lo siento, Frozen. Tu idea fue genial, y tu capa es preciosa. Me encantaría ser tu amiga."
"¡Claro, Valentina! Todos podemos ser amigos, no importa cómo se vea nuestra capa."
Desde ese día, Frozen y Valentina se convirtieron en grandes amigas. La capa azul de Frozen dejó de ser motivo de burlas y se transformó en símbolo de valentía y amistad. Fue un recordatorio de que cada uno es especial a su manera y que siempre hay lugar para celebrar nuestras diferencias.
Así, Congeloville aprendió que la amabilidad y la inclusión son mucho más poderosas que la burla. Y Frozen, felizmente, ya no se sentía sola.
Y así terminó un nuevo capítulo en la vida de Frozen, la niña de la capa azul.
¡Y colorín colorado, este cuento se ha terminado!
FIN.