La Carrera de Clara



El bosque era oscuro, y el frío calaba hasta los huesos. Clara corría, jadeante, con los pies descalzos golpeando raíces y ramas secas que parecían atraparla en cada paso. La luna, su única guía, iluminaba fragmentos del sendero mientras su respiración se volvía cada vez más frenética. De repente, un aullido resonó entre los árboles.

"¡Ay!" pensó Clara, pero no podía detenerse.

Al otro lado del camino, un pequeño lobo apareció, con la mirada curiosa y un pelaje esponjoso.

"¡Hola!" dijo Clara, sorprendiéndose al encontrar a un animal tan amigable en medio de su carrera. "¿Qué haces aquí?"

"Yo también me asusté con el aullido y salí a ver qué pasaba. Pero este bosque es mágico, y no hay que temerle a la oscuridad." dijo el lobo, con una voz suave.

"¿Mágico? ¿Qué quieres decir?" preguntó Clara, aliviada por su compañía.

"Sí. Aquí, en las profundidades del bosque, hay un claro donde viven criaturas asombrosas. Si me sigues, te lo puedo mostrar. Solo que hay que tener cuidado, porque hay algunas sombras que pueden asustar."

Clara sintió que su curiosidad la empujaba a seguir al pequeño lobo. Al principio, todo lo que veía eran sombras alargadas que se movían con el viento. Sin embargo, el lobo la guió con confianza.

"¡Mira!" dijo. De repente, un grupo de luciérnagas iluminó el aire alrededor de ellos, creando un espectáculo de luces danzantes.

"¡Son hermosas!" exclamó Clara, maravillada.

"Las luciérnagas son nuestros amigos. Nos ayudan a iluminar el camino en la oscuridad."

Mientras seguían caminando, Clara le preguntó al lobo: "¿Por qué el bosque es oscuro?"

"A veces, las cosas parecen oscuras porque no las entendemos," respondió el lobo. "Pero si te atreves a explorar, puedes encontrar belleza en lo desconocido."

Clara reflexionó sobre esto y se sintió más valiente. "Pero... ¿qué hay de las sombras?"

"Ah, las sombras son solo lo que proyectamos al no entender lo que está a nuestro alrededor. Si nos acercamos con una sonrisa, tal vez podamos descubrir su verdadero significado."

Continuaron su camino hasta llegar al claro. Allí, un grupo de animales estaba reunido. Había ciervos, un zorro rojo y hasta un búho que parecía ser el líder.

"¡Bienvenida, Clara!" dijo el búho con una voz sabia. "Hemos estado esperando a alguien valiente como tú. Necesitamos tu ayuda para iluminar las sombras en el bosque."

"Pero... ¿cómo puedo ayudar?" preguntó Clara, un poco inquieta.

"Solo tienes que compartir lo que has aprendido. La valentía viene del corazón, y al contar historias sobre la belleza del bosque, podemos hacer que más seres se acerquen a nosotros sin miedo."

Clara sintió que tenía algo dentro que quería salir. Empezó a contar las historias que le había contado su abuela sobre el bosque, la importancia de cuidar la naturaleza, y la belleza de la amistad.

Los animales escucharon atentamente y mientras lo hacían, las sombras comenzaron a desvanecerse, transformándose en suaves formas que también escuchaban.

"¡Mirá!" exclamó el lobo. "Las sombras ahora son parte de nosotros. Nos protegen y nos enseñan sobre la luz y la oscuridad. Ahora el bosque está vivo gracias a tu valentía y a tus historias."

Clara sonrió. Se daba cuenta de que no debía temer lo desconocido, porque al explorarlo podía encontrar amigos y maravillas. En ese momento, se sintió como una verdadera guardiana del bosque.

Cuando llegó la hora de volver a casa, Clara sabía que el bosque siempre sería un lugar especial donde podría regresar. Con el lobo a su lado y el conocimiento en su corazón, salió del bosque, llevando consigo no solo las luces de las luciérnagas, sino también la comprensión de que la oscuridad no siempre es mala; a veces, solo necesitamos aprender a ver.

"¡Gracias, lobo! Volveré!" gritó Clara mientras se alejaba.

Y así, Clara regresó a casa, con historias bajo el brazo y un corazón lleno de luz.

FIN.

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