La carrera de la amistad
Había una vez en un bosque encantado, un conejito muy travieso y juguetón llamado Pancho.
A Pancho le encantaba correr por los prados verdes y saltar entre los árboles, pero a veces era tan rápido que tropezaba con sus amigos sin darse cuenta. Un día soleado, Pancho decidió organizar una carrera con sus amigos del bosque: el zorro Lucas, la ardilla Lola y el pajarito Pablo.
Estaban todos emocionados por la competencia, pero sabían que Pancho era el más veloz de todos. "¡Listos, listos! ¡Ya voy ganando!", gritaba Pancho mientras corría a toda velocidad.
Pero en su afán por llegar primero, no se dio cuenta de que estaba tan concentrado en la meta que tropezó con Lucas el zorro, haciéndolo caer al suelo. "¡Ay! ¡Pancho, ten más cuidado!", exclamó Lucas mientras se levantaba frotándose la nariz.
Pancho se detuvo en seco al escuchar las palabras de su amigo y sintió un nudo en el estómago. Se había dado cuenta de que su rapidez no servía de nada si lastimaba a los demás en el camino. "Lo siento mucho, Lucas. No quise hacerte daño", dijo Pancho apenado.
Lucas sonrió comprensivamente y le dio una palmadita en la espalda a Pancho. Los demás amigos se acercaron para ver qué pasaba y Pablo el pajarito dijo:"Pancho, todos cometemos errores.
Lo importante es aprender de ellos y ser más cuidadosos la próxima vez". Lola la ardilla asintió con entusiasmo y propuso una idea:"¿Qué tal si corremos juntos hasta la meta? Así nos aseguramos de llegar todos sanos y salvos".
Pancho aceptó felizmente la propuesta y los cuatro amigos reiniciaron la carrera, esta vez lado a lado. Cruzaron arroyos, esquivaron troncos caídos y saltaron piedras gigantes trabajando en equipo. Al final del camino, llegaron juntos a la meta entre risas y abrazos.
Habían aprendido que lo más importante no era ganar a toda costa sino disfrutar del camino junto a quienes querían. Desde ese día, Pancho siguió siendo veloz pero siempre cuidando de sus amigos en cada aventura que vivían juntos en el bosque encantado.
Y así concluyó esta historia donde un conejito travieso aprendió una valiosa lección sobre amistad y compañerismo gracias al cariño sincero de sus amigos del corazón. ¡Que viva Pancho!
FIN.