La carrera de la amistad



En un hermoso bosque lleno de árboles altos y colinas verdes vivían tres amigos muy especiales: Alvin, Simón y Teodoro.

Los tres eran ardillas muy traviesas y curiosas que les encantaba correr por el bosque, saltando de rama en rama y explorando cada rincón. Un día, mientras jugaban cerca del arroyo que cruzaba el bosque, vieron un gran cartel que anunciaba una carrera de velocidad entre todos los animales del bosque. Estaban emocionados y decidieron inscribirse para participar.

Alvin era conocido por ser el más rápido de los tres, Simón era el más astuto y Teodoro era el más valiente. La mañana de la carrera llegó, y todos los animales se reunieron en la línea de partida.

Había conejos velozmente saltando, ciervos elegantemente galopando y pájaros planeando en el cielo. Alvin, Simón y Teodoro estaban ansiosos por demostrar sus habilidades y ganar la carrera. El narrador comenzó a contar: "¡Uno, dos, tres... ya!".

Todos los animales salieron disparados con gran velocidad. Alvin tomó la delantera rápidamente seguido por Simón, pero Teodoro tropezó con una raíz escondida en el suelo y cayó al suelo.

- ¡Teodoro! ¡Levántate! -gritó Alvin preocupado mientras corría hacia él. - No puedo seguir corriendo... vayan ustedes dos sin mí -dijo Teodoro con tristeza. Alvin miró a Simón y juntos tomaron una decisión importante. Se detuvieron junto a Teodoro y lo ayudaron a levantarse.

- No importa quién gane la carrera; lo importante es que estamos juntos como amigos -dijo Simón con una sonrisa sincera. Los tres amigos continuaron trotando hacia la meta juntos, apoyándose mutuamente en cada paso del camino.

A medida que se acercaban a la línea final, otros animales se sorprendían al verlos llegar juntos tomados de las manos. Al finalizar la carrera, el narrador anunció: "Y los ganadores de esta competencia son...

¡Alvin, Simón y Teodoro!" Todos los presentes aplaudieron emocionados al ver a las tres ardillas cruzar juntas la meta. Esa tarde, celebraron su victoria compartiendo frutas deliciosas bajo la sombra de un árbol gigante.

Recordaron cómo habían superado obstáculos juntos y comprendieron que lo más valioso no era ganar carreras sino tener amigos leales con quienes compartir momentos inolvidables. Desde ese día en adelante, Alvin, Simón y Teodoro siguieron recorriendo el bosque trotando hacia nuevas metas siempre unidos por un fuerte vínculo de amistad inquebrantable.

Y así demostraron que en la vida no importa si perdemos algunas carreras; lo verdaderamente importante es tener compañeros fieles que nos acompañen en cada paso del camino hacia nuestros sueños.

FIN.

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