La carrera de la amistad



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un grupo de amigos muy traviesos y juguetones llamados Martín, Julieta, Lucas y Sofía. Siempre estaban buscando nuevas aventuras para divertirse juntos.

Un día soleado, mientras caminaban por el parque del pueblo, se encontraron con una carrera de obstáculos. Los niños no pudieron resistir la tentación y decidieron participar.

El desafío consistía en correr a toda velocidad, superar diferentes obstáculos y llegar a la meta antes que los demás. -¡Vamos chicos! -exclamó Martín emocionado-. ¡Seremos los mejores en esta carrera! Los amigos se posicionaron en la línea de salida y cuando sonó el disparo inicial, salieron disparados como flechas.

Corrían tan rápido como podían, saltando sobre barriles y esquivando cuerdas colgantes. La emoción estaba a flor de piel. En medio de la carrera, Lucas tropezó con una piedra y cayó al suelo. Sus amigos se detuvieron preocupados. -¡Lucas! ¿Estás bien? -preguntó Julieta angustiada.

Lucas se levantó rápidamente con una sonrisa valiente. -Estoy bien chicos, sigan adelante. Yo alcanzaré más tarde -dijo Lucas animándolos. Martín, Julieta y Sofía continuaron corriendo hacia la meta sin dejar atrás a su amigo caído.

Pero algo inesperado sucedió: justo cuando estaban cerca de cruzar la línea final, apareció un misterioso personaje vestido de negro bloqueando el camino. -¡Deténganse! -gritó el extraño-. Si quieren pasar, tendrán que superar mi desafío.

Los niños se miraron entre sí, nerviosos pero decididos a no rendirse. El hombre misterioso les explicó las reglas del juego: debían golpear tres blancos en movimiento con una pelota antes de que estos desaparecieran. Martín fue el primero en intentarlo.

Tomó la pelota y lanzó un poderoso golpe hacia uno de los blancos. ¡Gol! Logró darle justo en el blanco y este se detuvo. Julieta y Sofía también probaron suerte y lograron acertar sus tiros.

El extraño personaje sonrió satisfecho y dejó paso libre a los niños para que continuaran hacia la meta. Pero justo cuando estaban por llegar, escucharon un ruido detrás de ellos. -¡Es Lucas! -exclamó Sofía emocionada-.

¡No nos abandonó! Lucas apareció corriendo como un rayo, esforzándose por alcanzar a sus amigos. Juntos cruzaron la línea final mientras la multitud aplaudía emocionada.

Después de recuperar el aliento, Martín tomó la palabra:-Chicos, hoy aprendimos algo muy importante: no importa cuántas veces tropecemos o caigamos durante nuestra carrera, lo más valioso es levantarnos y seguir adelante. La amistad nos da fuerzas para superar cualquier obstáculo.

Y así fue como Martín, Julieta, Lucas y Sofía entendieron que juntos podían enfrentar cualquier desafío que se les presentara en la vida. Continuaron siendo grandes amigos y siempre recordaron aquel día lleno de aventuras y aprendizajes.

FIN.

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