La Carrera de la Compañería



Había una vez, en el mágico y colorido mundo de México, dos seres muy especiales: La Catrina y Xibalba.

La Catrina era una elegante y hermosa calaca vestida con un sombrero de flores y un largo vestido adornado con papel picado. Por otro lado, Xibalba era un travieso y astuto señor del inframundo, siempre acompañado de su fiel compañera, la perra xoloitzcuintle.

Un día, mientras paseaban por las calles empedradas de Oaxaca, se encontraron frente a frente en el mercado de artesanías. La Catrina estaba buscando los mejores adornos para el Día de los Muertos, mientras que Xibalba buscaba algo divertido para hacer en su reino oscuro.

- ¡Hola Catrina! ¿Qué te trae por aquí? - preguntó Xibalba con una sonrisa maliciosa. - Hola Xibalba. Estoy buscando las mejores ofrendas para honrar a los difuntos en el Día de los Muertos - respondió La Catrina con amabilidad.

Xibalba miró a su alrededor y vio unas maracas brillantes colgadas en uno de los puestos cercanos. Una idea malvada cruzó por su mente. - Escucha bien, Catrina. Tengo una propuesta para ti - dijo Xibalba acercándose sigilosamente-.

Si logras ganarle a mi perro xoloitzcuintle en una carrera hasta la cima del volcán Popocatépetl antes del amanecer, te daré las maracas más hermosas que hayas visto jamás. La Catrina quedó sorprendida por la propuesta, pero no dejó que su sorpresa se notara. - Está bien, Xibalba.

Acepto tu apuesta - respondió La Catrina con seguridad. Ambos convinieron en encontrarse al día siguiente al amanecer en la base del volcán Popocatépetl para comenzar la carrera. La noche pasó y llegó el tan esperado día.

La Catrina se preparó para la carrera, llevando consigo una botella de agua bendita y un sahumerio de copal para protegerse durante el recorrido. Mientras tanto, Xibalba entrenaba a su perro xoloitzcuintle con juegos sucios y trampas.

Cuando llegaron al punto de partida, La Catrina se dio cuenta de las artimañas de Xibalba y decidió cambiar sus tácticas.

En lugar de correr rápidamente hacia la cima del volcán, decidió hacerlo paso a paso, disfrutando cada momento del camino y explorando los hermosos paisajes que rodeaban el volcán. Mientras tanto, Xibalba estaba seguro de que ganaría fácilmente.

Pero a medida que avanzaban en la carrera, el perro xoloitzcuintle comenzó a cansarse debido a las malas prácticas de entrenamiento utilizadas por su dueño. La Catrina aprovechó esta oportunidad para ayudar al pobre perro agotado ofreciéndole agua bendita y acariciándolo con amor. El perro xoloitzcuintle recuperó rápidamente sus fuerzas y continuaron juntos hacia la cima del volcán.

A medida que se acercaban al amanecer, La Catrina le dijo al perro xoloitzcuintle:- ¡Amigo, hemos llegado tan lejos juntos! ¿Qué te parece si compartimos la victoria? El perro xoloitzcuintle movió su cola emocionado y aceptó la propuesta.

Ambos cruzaron juntos la línea de meta justo cuando el sol comenzaba a asomarse en el horizonte. Xibalba, que se había adelantado pensando que ya había ganado, quedó atónito al ver a La Catrina y al perro xoloitzcuintle llegar juntos.

- ¡No puede ser! - exclamó Xibalba con incredulidad-. Has ganado, Catrina. Cumpliré mi promesa y te daré las maracas más hermosas del mundo. La Catrina sonrió y aceptó las maracas con gratitud.

Pero también hizo una petición a Xibalba:- Xibalba, aprendamos de esta experiencia. No siempre es importante ganar a toda costa. Lo verdaderamente valioso está en disfrutar del camino y ayudar a otros en el proceso.

Xibalba reflexionó sobre estas palabras mientras veía cómo La Catrina se alejaba felizmente con sus nuevas maracas. Desde aquel día, Xibalba aprendió que no todo se trataba de competencia y trampas. Aprendió a valorar la amistad y el compañerismo por encima de todo.

Y así, La Catrina y Xibalba demostraron que incluso los seres más opuestos pueden encontrar un punto medio para aprender juntos sobre respeto, amistad y valores importantes en la vida.

FIN.

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