La carrera de la empatía
En un soleado día de verano, los primos Valentina, Martina, Bruno, Nacho y Bauti se reunieron en el jardín de la casa de los abuelos para jugar juntos.
Estaban emocionados por pasar tiempo en familia y disfrutar del día al aire libre. Valentina era la mayor y siempre quería organizar juegos divertidos para todos. Martina y Bruno eran muy competitivos y les encantaba ganar.
Nacho era el más tranquilo y siempre trataba de evitar conflictos, mientras que Bauti, el más chico, solo quería divertirse y reír. - ¡Vamos a jugar a la carrera de sacos! -propuso Valentina con entusiasmo. - ¡Sí! ¡Yo quiero ganar! -exclamó Martina emocionada.
Los primos se colocaron en la línea de inicio con sus sacos listos para comenzar la carrera. Valentina dio la señal de inicio y todos empezaron a saltar lo más rápido que podían. Martina iba en primer lugar, seguida por Bruno y Valentina.
Nacho estaba un poco rezagado pero seguía esforzándose, mientras que Bauti reía felizmente mientras saltaba. De repente, en medio de la carrera, Martina tropezó con una piedra y cayó al suelo. - ¡Ay! ¡Me lastimé! -gritó Martina entre lágrimas.
Valentina se detuvo inmediatamente para ayudar a su prima mientras Bruno continuaba corriendo hacia la meta. - ¡Es tu culpa por no mirar por dónde ibas! -le reprochó Martina a Valentina molesta. Valentina se sintió mal por lo sucedido y pidió disculpas a su prima.
Mientras tanto, Bruno llegó primero a la meta pero decidió regresar para ver qué pasaba con sus primas heridas. Nacho también se acercó preocupado por Martina. - Chicos, lo importante no es ganar sino cuidarnos unos a otros.
Debemos ser amables y solidarios en todo momento -dijo Nacho con calma. Martina se secó las lágrimas y sonrió ante las palabras reconfortantes de su primo pequeño.
Valentina también entendió el mensaje y abrazó cariñosamente a su prima disculpándose nuevamente. Finalmente, los cinco primos decidieron caminar juntos hasta la casa donde los abuelos les curaron las heridas de Martina e hicieron unas ricas galletitas para compartir entre todos.
Se dieron cuenta de que las peleas no llevaban a nada bueno y que lo importante era valorar el amor familiar por encima de todo. Desde ese día, los primos aprendieron a resolver sus diferencias dialogando pacíficamente y demostrando empatía unos hacia otros.
Jugaron juntos sin pelearse más e incluso crearon nuevos juegos donde todos podían participar sin importar quién ganara o perdiera. La unión familiar prevaleció sobre cualquier disputa gracias al cariño compartido entre Valentina, Martina, Bruno, Nacho y Bauti.
FIN.