La carrera de la vida


Había una vez en un campo verde y florido, dos amigos muy diferentes: Tortuga y Liebre. Tortuga era lenta pero constante, mientras que Liebre era rápida pero arrogante. Un día, Liebre desafió a Tortuga a una carrera.

"¡Vamos a correr una carrera! Yo te apuesto que puedo ganar", dijo Liebre con seguridad. Tortuga aceptó el desafío de inmediato. "Está bien, vamos a correr", respondió ella.

La noticia de la carrera se extendió por todo el bosque y todos los animales fueron para ver quién ganaría. La liebre estaba segura de sí misma: "No tengo nada que temer, voy a ganar fácilmente". La carrera comenzó y Liebre salió disparada desde el principio dejando atrás a Tortuga.

Pero después de unos minutos, Liebre decidió tomar un descanso bajo un árbol para descansar. "Estoy tan adelantada que puedo tomarme un pequeño descanso", pensó Liebre mientras cerraba los ojos.

Por otro lado, Tortuga siguió avanzando lentamente pero sin detenerse ni siquiera por un segundo. Cuando llegó al árbol donde estaba la liebre durmiendo, tortuga simplemente pasó junto a ella sin hacer ruido y continuó su camino hacia la meta.

Después de unas horas más tarde, cuando la liebre se despertó del sueño reparador y abrió sus ojos sorprendida no podía creer lo que veía: Tortuga había cruzado la línea de meta primero!"No puede ser verdad... ¿Cómo es posible? ¡He perdido!", exclamó decepcionada la liebre.

Todos los animales celebraron la victoria de Tortuga, quien demostró que ser lento pero constante es mejor que ser rápido pero arrogante. Desde ese día, Liebre aprendió una gran lección y se hizo amiga de Tortuga.

Juntos compartieron muchas aventuras y siempre recordaron la carrera en el campo como un momento muy importante en sus vidas.

La moraleja de esta historia es que no importa cuán talentoso seas, nunca subestimes a los demás ni te detengas a descansar en el camino hacia tus metas. La perseverancia y la determinación son las claves del éxito.

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