La Carrera de los Números Ordinales



En un pequeño pueblo llamado Numerville, los números vivían en armonía. Pero había un grupo de números especiales que se llamaban los Números Ordinales. Cada año, ellos organizaban una gran carrera para ver quién sería el primero, segundo, tercer, y así sucesivamente, hasta el trigésimo. Esta vez, la carrera iba a ser muy emocionante.

Era un hermoso día de primavera, y los números estaban muy animados. El primero en llegar fue el número 1:

"¡Soy el primero! ¡Voy a ganar esta vez!" gritó con entusiasmo.

El segundo en aparecer fue el número 2:

"No te emociones tanto, amigo 1. ¡Este año tengo una estrategia!" dijo mientras se estiraba.

A medida que los números se iban alineando, el número 3 llegó saltando.

"¡Yo tengo mucha energía! ¡Nadie puede detenerme!"

El día de la carrera, todos los números se pusieron en su línea de salida.

"¡A la cuenta de tres!" anunció el juez, el número 0.

"1, 2, 3... ¡Ya!"

Todos los números comenzaron a correr, pero el número 4 se tropezó y se cayó. Al verlo, el número 5 se detuvo.

"¡Ay! ¿Estás bien, 4?"

"Sí, pero tengo que apurarme. ¡Quiero ser el cuarto este año!" dijo el número 4.

"¡Vamos, te ayudo!" exclamó el número 5, y juntos se pusieron de pie.

Mientras tanto, el número 6, que corría con mucha velocidad, exclamó:

"¡Soy el sexto más rápido de todos! No hay quien me alcance." Pero de repente, se olvidó de un pequeño charco y terminó patinando.

"¡Cuidado, 6!" gritó el número 7, que lo había visto venir.

"¡Gracias, 7! Eres tan rápido como el séptimo en la carrera, ¿no?"

"¡Sí! Pero no puedo ayudar si estoy por delante de ti!"

La carrera siguió con emoción, aunque algunos números tuvieron pequeños tropiezos. El número 8 fue el primero en llegar a la curva.

"¡Voy en octavo lugar! ¡Pero no me rendiré!"

Los números llegaron a la recta final. El número 9 decidió dar su mejor esfuerzo:

"¡No quiero ser el noveno! ¡Voy a intentar ser el primero!" Y de un salto, empezó a acelerar.

Mientras tanto, el número 10 se preparaba para la gran llegada:

"¡Estoy listo para ser el décimo!" y aumentó su velocidad. Pero justo frente a él, el número 11 hizo una espectacular pirueta y se puso al frente:

"¡Soy el undécimo! ¡No puedo caerme ahora!"

La carrera continuó, cada número mostrando lo mejor de sí mismo. Luego llegó el número 12:

"¡Soy el duodécimo y todavía tengo energía!"

De repente, el número 15 gritó:

"¡O quizás yo sea el número quince que entrará primero!" Pero fue superado por el número 17, que ya se había puesto a la delantera.

"¡No te dés por vencido, 15! ¡Sé que podés!"

A medida que todos los números corrían, llegaron a la emocionante meta.

"¡El primero es...!" gritó el número 0.

"¡Yo, el primero!" exclamó el número 1, al cruzar la línea.

"¡Bien hecho!" aplaudieron los demás números.

Pero el número 2, que había sido el corredor más constante, llegó muy cerca del número 1:

"¡Logré el segundo lugar!"

Así, los números continuaron cruzando la meta:

"¡Soy el tercero!" dijo el número 3 contento.

En total, todos los números del 1 al 30 llegaron a la meta. Al final, todos celebraron, y aunque había uno que ganó, lo más importante era haber corrido juntos y haber compartido esas experiencias.

"El lugar no importa tanto como la diversión que tuvimos juntos", reflexionó el número 11 al ver que cada uno había tenido su lugar especial en la carrera.

"¡Sí! No olvidemos que siempre seremos parte de la familia de los Números Ordinales, desde el primero hasta el trigésimo", agregó el número 30 con una gran sonrisa.

Y así, en Numerville, se aprendió que cada número tiene su importancia y su lugar especial en la carrera de la vida.

FIN.

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