La Carrera de los Sueños



Era una mañana soleada en Maracena, y el aire estaba lleno de emoción. Los niños del barrio se habían reunido en la plaza para participar en la tan esperada Carrera Solidaria del DOMUD, una iniciativa que prometía ayudar a los niños más necesitados. Entre el bullicio y la risa, se encontraban Tomás, Sofía, Lucas y Martina, un grupo de amigos inseparables.

"¿Están listos para correr?" – preguntó Tomás mientras ajustaba su gorra.

"Listísimos, pero... ¿saben que debemos recaudar fondos para los que más lo necesitan?" – respondió Sofía con una chispa en los ojos.

"Sí, cada uno tiene que encontrar a un patrocinador, ¡eso es lo divertido!" – añadió Lucas, saltando con alegría.

"Yo tengo una idea genial. ¿Qué tal si hacemos una fiesta después de la carrera para celebrar y ayudar más?" – sugirió Martina.

Los amigos se pusieron manos a la obra, así que se separaron para buscar patrocinadores. Algunos encontraron familiares dispuestos a donar por cada kilómetro que corrían, mientras que otros decidieron hacer pequeñas actividades. Sofía organizó una venta de galletas, Tomás se ofreció a lavar autos, Lucas pensó en un torneo de fútbol, y Martina decidió que podría pintar caras en la plaza.

A medida que avanzaba el día, cada uno logró juntar una buena cantidad de dinero. Cuando llegó el momento de la carrera, el ambiente era festivo. Niños, padres y abuelos se reunieron para animar a los corredores. La meta estaba adornada con globos de colores y un gran cartel que decía: “¡Corre por los sueños! ”

"¿Listos para darlo todo?" – gritó el organizador desde el micrófono.

- “¡Síííí! ” – respondieron todos los pequeños con entusiasmo.

La carrera comenzó, y los cuatro amigos corrían juntos, riendo y saltando. Pero después de unos minutos, Lucas se dio cuenta de algo extraño.

"¡Espera! ¡No vemos a María! ¿Dónde está?" – preguntó con preocupación.

María era una de sus amigas que también estaba corriendo, pero como no la habían visto en todo el recorrido, decidieron detenerse.

"Tal vez se reciente de la carrera. Vamos a buscarla" – sugirió Martina.

Mientras buscaban a su amiga, se encontraron con un grupo de niños que estaban enredados en un par de cuerdas. Al parecer, habían intentado hacer un juego de equilibrio, pero las cuerdas se habían enredado.

"¡Ayuda!" – gritó uno de ellos.

"¡Rápido, tenemos que ayudar!" – exclamó Tomás, y sin pensarlo, los amigos se acercaron.

Usando lo que habían aprendido en sus clases de educación física y trabajo en equipo, uno a uno comenzaron a desenredar las cuerdas.

"Tienen que empujar desde aquí, ¡con cuidado!" – guió Sofía con determinación.

"¡Vamos, chicos! A todos nos gusta ayudar y ahora es la hora!" – animó Lucas.

Con esfuerzo, lograron liberar a los niños, y todos se abrazaron, agradeciéndoles por la ayuda.

"¡Gracias! Somos nuevos en Maracena y no sabíamos que había una carrera hoy..." – dijo una de las niñas.

"¡Vamos, corran con nosotros!" – invitó Martina, y juntos, todos se pusieron a correr en grupo.

Al mismo tiempo, sintieron que la verdadera razón de la carrera estaba en ayudar a otros. Todos llegaron con la sonrisa en la cara y se sintieron satisfechos de haber dado un buen ejemplo. Al finalizar, cada uno de ellos entregó la recaudación junto con su esfuerzo a los representantes del DOMUD.

El evento terminó con la fiesta que habían organizado. Había música, risas y juegos, y sobre todo, mucha gratitud. Los chicos aprendieron que lo que realmente importa no solo es correr, sino el espíritu de solidaridad y amistad.

"Fran, ¿te imaginás si todas las carreras fueran así?" – dijo Tomás, cansado pero feliz.

"Sí, esto fue increíble. ¡Nos veremos el año que viene con más sorpresas!" – sonrió Sofía.

Y así, los amigos se fueron a casa con el corazón lleno y la promesa de seguir haciendo de Maracena un lugar mejor, cada uno a su manera.

FIN.

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