La carrera de Tita

Había una vez en un río cristalino, una tortuga llamada Tita que vivía felizmente nadando y jugando entre las plantas acuáticas. Pero lamentablemente, los cangrejos de ese río siempre se burlaban de ella por ser más lenta que ellos.

Un día, mientras Tita intentaba alcanzar a los cangrejos en una carrera, estos la rodearon y comenzaron a reírse de ella. "¡Miren a la tortuga lenta! ¡Nunca nos va a ganar!", se burlaban los cangrejos sin piedad.

Tita se sintió muy triste y desanimada por el constante bullying de los cangrejos. Decidió entonces hablar con su amiga Lucía, una sabia libélula que vivía cerca del río.

Lucía escuchó atentamente a Tita y le dijo: "Querida Tita, no permitas que las palabras hirientes de los demás te afecten. Eres valiosa tal como eres". Animada por las palabras de su amiga, Tita decidió demostrarles a los cangrejos que su velocidad no definía su valía.

Ideó un plan para participar en una carrera diferente, una carrera de resistencia donde la constancia era más importante que la velocidad. Los cangrejos aceptaron el desafío creyendo que tenían la victoria asegurada.

La carrera comenzó y pronto los cangrejos tomaron la delantera, dejando atrás a Tita. Sin embargo, conforme pasaba el tiempo, los cangrejos empezaron a cansarse y algunos incluso abandonaron la carrera al no poder seguir el ritmo constante de la tortuga.

Finalmente, después de mucho esfuerzo y determinación, Tita cruzó la meta en primer lugar ante la sorpresa de todos, incluidos los propios cangrejos incrédulos. "¡Increíble! ¡La tortuga nos ha ganado!", exclamaban asombrados.

Desde ese día, los cangrejos aprendieron a respetar a Tita y nunca más se burlaron de ella. Comprendieron que cada uno tiene sus propias habilidades y que lo importante es valorarse mutuamente. Tita demostró que con perseverancia y confianza en uno mismo se pueden superar cualquier obstáculo y alcanzar grandes logros.

Y así vivió feliz para siempre en el río junto a sus amigos libélulas y peces coloridos.