La Carrera de Tortu y Lico
Era un hermoso día soleado en el bosque, y todos los animales estaban emocionados por la gran carrera que se llevaría a cabo aquel día. Tortu, la tortuga sabia y calmada, y Lico, la liebre veloz y algo impulsiva, decidieron participar. Ambos querían ganar, pero de maneras muy diferentes.
"Voy a construir el auto más rápido del mundo", dijo Lico, saltando de emoción.
"Yo prefiero un auto que sea seguro y resistente", respondió Tortu con una sonrisa.
Después de pasar horas en el taller, Lico terminó su auto de carreras, que brillaba con colores llamativos y tenía alas de cartón. Tortu, por su parte, había hecho un auto robusto, hecho de madera y con llantas grandes.
Cuando llegó el momento de la carrera, todos los animales se reunieron para ver el espectáculo. El juez, un búho sabio, dio la señal de inicio.
"¡Listos, en sus marcas, listos, ya!" gritaron los demás animales.
Lico arrancó a toda velocidad, dejando a Tortu muy atrás.
"¡Soy el mejor!" se reía Lico mientras se alejaba.
"Paciencia es la madre de la ciencia", murmuró Tortu mientras avanzaba con su ritmo.
Lico iba tan rápido que, de repente, su auto empezó a hacer ruidos extraños.
"¡Oh no, no, no!" gritó Lico, girando para mirar su vehículo, que había comenzado a fallar. En un abrir y cerrar de ojos, el auto se detuvo.
"¡Me quedé sin gasolina!" dijo, decepcionado.
Mientras tanto, Tortu seguía avanzando poco a poco.
"¡No te rindas, Lico!" le gritó Tortu mientras pasaba junto a su amigo.
Tan pronto como Tortu comenzó a adelantarlo, Lico decidió pedir ayuda.
"Tortu, ¿me ayudarías a reparar mi auto?"
"Claro, pero primero tengo que avanzar. Nos podemos ayudar el uno al otro. ¡Vamos!" dijo Tortu.
Juntos, se detuvieron un momento y arreglaron el auto de Lico, mientras que Tortu compartía sus sabias palabras.
"A veces, la velocidad no es lo más importante. Lo esencial es saber cuándo pedir ayuda y aprender de los errores".
"Tenés razón", respondió Lico, mientras se acomodaba en su auto.
Con los motores funcionando nuevamente, reanudaron la carrera, esta vez ayudándose mutuamente. Pronto se encontraron con un obstáculo: un gran charco de barro.
"¡Es demasiado profundo!" dijo Lico, viendo cómo su auto a punto de hundirse.
"Demos la vuelta e intentemos el sendero de la derecha" sugirió Tortu.
Siguiendo el consejo de Tortu, dieron la vuelta y encontraron un camino seco que los llevó más rápidamente hacia la meta. Pero no todo era fácil, su próximo obstáculo era una gran barrera de troncos caídos.
"Yo puedo saltarlos, ¡dame un empujón!" dijo Lico.
"No, esto es un trabajo en equipo. Juntos podemos encontrar otra manera" respondía Tortu, que pensaba en una solución más segura.
Después de un rato de reflexionar, Tortu se le ocurrió una idea.
"Podemos hacer una rampita con algunas ramas", sugirió. Juntos, recogieron ramas y hicieron una pequeña rampa.
"¡Listo! Ahora salta!" gritó Tortu.
Lico aceleró, y saltó sobre la rampa, superando el obstáculo, mientras Tortu avanzaba con determinación.
"¡Lo logramos!" exclamó Lico, emocionado.
Ya casi cerca de la meta, se encontraron con la última trampa: un gran grupo de piedras.
"¡Oh no! ¿Cómo las vamos a pasar?" se lamentó Lico.
"Con calma, podemos mover las piedras más pequeñas y hacer un camino claro" dijo Tortu.
Trabajaron juntos, moviendo las piedras mientras se comunicaban y haciendo trabajo en equipo. Finalmente, el camino quedó despejado, y los dos pudieron avanzar. Con esfuerzo y mucha colaboración, llegaron a la línea de meta.
"¡Ganamos!" gritaron juntos mientras cruzaban la línea con una sonrisa gigante entre los dos.
Los demás animales estaban asombrados.
"¡Increíble! Nunca pensé que ganaran peleando juntos así" dijo el búho.
"¡Fue el trabajo en equipo!" repitieron Lico y Tortu al unísono.
Desde ese día, los animales en el bosque aprendieron que, a veces, no importa cuán rápido seas, sino que la verdadera victoria se encuentra en el trabajo en equipo, la perseverancia y la sabiduría.
FIN.