La carrera del arcoíris



En un colorido pueblo llamado Arcoíris, vivían tres amigos muy especiales: Luna, Sol y Estrella. Luna era una gatita curiosa y valiente, Sol era un perrito alegre y optimista, y Estrella era un conejito inteligente y amable.

Juntos formaban un equipo inseparable que siempre se ayudaba mutuamente. Un día, mientras paseaban por el bosque encantado de Arcoíris, escucharon unos gritos desesperados. Se acercaron corriendo y vieron a un grupo de animalitos del bosque discutiendo acaloradamente.

- ¡No es justo! - decía el zorrito indignado. - Todos merecemos tener las mismas oportunidades - agregaba la ardillita con tristeza. - Necesitamos encontrar una solución equitativa - proponía la mariposa preocupada.

Luna, Sol y Estrella se miraron entre sí con determinación. Sabían que debían hacer algo para ayudar a sus amigos del bosque a resolver sus diferencias de manera justa. Decidieron hablar con cada uno de los animales por separado para entender mejor cuál era el problema.

Descubrieron que estaban discutiendo sobre quién tenía derecho a reagarrar las frutas más dulces del árbol mágico que crecía en el centro del bosque.

Algunos pensaban que solo los más rápidos o fuertes debían disfrutar de esas frutas, mientras que otros creían que todos debían tener la misma oportunidad. Luna propuso organizar una competencia divertida en la cual todos los animales pudieran participar en igualdad de condiciones.

Sugirió una carrera de obstáculos donde la destreza, la agilidad y la estrategia fueran fundamentales para llegar hasta el árbol mágico. Los animales aceptaron entusiasmados la propuesta de Luna, Sol y Estrella. Prepararon juntos el circuito de obstáculos y se dispusieron a competir sanamente por las codiciadas frutas del árbol mágico.

La carrera fue emocionante y reñida. Cada animal dio lo mejor de sí mismo, demostrando sus habilidades únicas para superar los desafíos planteados en el camino.

Finalmente, todos llegaron juntos al árbol mágico y recolectaron las frutas dulces como verdaderos amigos solidarios. Al finalizar la competencia, celebraron su amistad renovada compartiendo las jugosas frutas bajo la sombra reconfortante del árbol mágico.

Los animales comprendieron que trabajar juntos en armonía era mucho más gratificante que pelearse por diferencias insignificantes.

Desde ese día en adelante, en el pueblo de Arcoíris se promovió siempre la fraternidad, solidaridad y equidad entre todos sus habitantes gracias al ejemplo inspirador de Luna, Sol y Estrella; los mejores amigos que demostraron con acciones simples pero significativas cómo construir un mundo mejor para todos. Y así continuaron viviendo aventuras inolvidables en compañía unos de otros, sembrando semillas de amor y respeto por toda su comunidad animal.

FIN.

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