La Carrera del Corazón



Era un día soleado en el colegio Sagrado Corazón, y los alumnos estaban emocionados por la gran carrera benéfica que se llevaría a cabo ese fin de semana. Alex, Alejandro, Curri, Hugo y David eran amigos inseparables y decidieron participar juntos.

"Chicos, tenemos que entrenar duro para esta carrera", dijo Alex, con entusiasmo.

"Sí, ¡será divertido!", agregó Curri.

"Y además ayudamos a quienes más lo necesitan", dijo Alejandro, mientras ataba sus zapatillas.

"Yo voy a correr como el viento", proclamó Hugo, con una sonrisa grande.

"Con que llegues a la meta, ya es un logro, amigo", bromeó David, riéndose.

Los chicos comenzaron su entrenamiento. Cada tarde después de clases, corrían por el parque, haciendo una carrera de velocidad, saltando vallas improvisadas y animándose mutuamente. Sin embargo, un día, mientras corrían, se encontraron con un grupo de personas que realizaban una actividad en el parque.

"¿Qué están haciendo?", preguntó Curri, curioso.

"Estamos recolectando donaciones para ayudar a un refugio de animales", explicó una mujer.

"Eso suena genial, ¡también podemos ayudar!", exclamó David.

"Pero primero tenemos que concentrarnos en la carrera", advirtió Alejandro.

"Claro, pero después de la carrera, podemos ayudar con eso", sugirió Alex.

Finalmente, llegó el día de la carrera. El colegio se llenó de padres, amigos y compañeros, animando a los corredores. Todos estaban ansiosos por comenzar. Cuando sonó el disparo de salida, los cinco amigos salieron disparados.

A medida que corrían, se dieron cuenta de que la competencia era más difícil de lo que pensaban.

"¡Estoy cansado!", se quejó Hugo, a mitad de camino.

"¡No te rindas! Solo falta un poco más!", alentó Alejandro.

"¡Vamos, necesitamos llegar todos juntos!", gritó Curri.

Pero en el camino, se encontraron con un obstáculo: un charco inmenso que parecía imposible de cruzar.

"Esto es imposible", suspiró David, mirando el charco.

"Podemos saltar, ¡solo hay que intentarlo!", sugirió Alex.

"O podemos buscar un camino por el lado", dijo Curri, señalando hacia otra dirección.

Los chicos discutieron un momento sobre qué hacer. Después de varios intentos fallidos de saltar el charco, se dieron cuenta de que lo más importante era trabajar en equipo.

"¿Y si nos ayudamos entre todos para cruzar?", propuso Hugo.

"Buena idea", dijo Alejandro.

Así que se alinearon, se tomaron de las manos y con un grito de aliento, saltaron juntos. Algunos cayeron al agua, pero todos se ayudaron a levantarse y siguieron corriendo, riendo y mojados.

Finalmente, después de varias risas y apoyo mutuo, llegaron a la meta. Aunque no ganaron el primer lugar, estaban felices y emocionados por todo lo vivido.

"¡Lo hicimos!", gritó Curri, dándose un abrazo con todos.

"Sí, y aunque no llegamos primeros, lo importante es que terminamos juntos", agregó David, sonriendo.

"Creamos un gran equipo", dijo Hugo.

"Y sobre todo, nos divertimos mucho", concluyó Alejandro.

Al finalizar, recibieron un diploma por su participación y la alegría de haber donado parte de lo que habían recaudado.

"Lo bueno de hoy fue la experiencia y ayudar a los demás", dijo Alex.

"¡Y haberlo hecho juntos!", cerró Curri.

Y así, los amigos aprendieron la lección más importante de todas: que en la vida, lo que realmente cuenta es el apoyo mutuo y la amistad.

Desde ese día, prometieron seguir ayudando siempre que pudieran, recordando que cada pequeño esfuerzo cuenta, y que juntos podían lograr cosas increíbles.

FIN.

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