La Carrera del Corazón Solidario



Era una mañana soleada en Maracena, y en el colegio 'Los Pequeños Soñadores' se respiraba un aire de emoción. Todos los chicos estaban hablando sobre la carrera solidaria que se iba a realizar el 18 de octubre. Todos los alumnos, desde los más grandes hasta los más chiquitos de infantil, habían recibido una nota que decía: "¡Participá en la carrera, por un euro y con un dorsal vas a poder ayudar a quienes más lo necesitan!".

Sofía, una niña de cinco años con coletas y una camiseta llena de colores, miraba a su mamá con grandes ojos curiosos.

"Mami, ¿podemos ir a correr juntos?" - preguntó Sofía emocionada.

"¡Claro que sí, mi amor!" - respondió su mamá con una sonrisa "Va a ser muy divertido. Además, estamos ayudando a otras personas."

Días antes de la carrera, Sofía compartió la noticia con sus compañeritos de jardín. Todos estaban muy entusiasmados.

"¡Yo tengo que tener un dorsal bien brillante!" - decía Ramiro, un niño con una gorra roja.

"¡Yo quiero el dorsal número uno!" - gritó Valentina, saltando de alegría.

El día de la carrera llegó y el colegio estaba lleno de risas y colores. Había globos por todas partes y una gran pancarta que decía: "¡Todos por un corazón solidario!"

Los niños se alinearon en la línea de partida con sus dorsales. Sofía se sentía un poco nerviosa. No era tan buena corriendo como algunos de sus amigos.

"Mami, ¿y si me quedo atrás?" - preguntó Sofía, mirando hacia el suelo.

"Eso no importa, mi vida. Lo importante es participar y disfrutar. Además, ¡estamos juntos!" - respondió su mamá dando un abrazo a Sofía.

Y así, con un gran grito de "¡Listos, fuera!", los niños comenzaron a correr. Todos se reían y gritaban, disfrutando cada paso que daban, incluso algunos padres los acompañaban corriendo, mientras otros animaban con carteles de apoyo.

A medio camino, Sofía notó que Valentina había tropezado y se había caído. Sin pensarlo, Sofía se detuvo y volcó la energía en ayudar a su amiga.

"Valentina, ¿estás bien?" - le preguntó Sofía, arrodillándose junto a ella.

Valentina se secaba las lágrimas.

"Me duele un poco la rodilla..." - dijo, mientras miraba a su alrededor.

"No te preocupes, ¡es solo un rasguño! Lo mejor es que sigamos juntas. ¡Vamos!" - le dijo Sofía, extendiendo su mano.

Las dos amigas se levantaron y cuando estaban a punto de seguir, se dieron cuenta de que el resto del grupo se había alejado. Pero eso no les importó. Juntas decidieron seguir corriendo, riendo y cantando.

"¡Ya no importa llegar primero!" - dijo Valentina, sonriente.

Pero cuando menos lo esperaban, vieron que estaban acercándose a la meta y empezaron a correr más rápido. Al cruzar la línea final, algunos de sus compañeros ya estaban allí saltando de alegría.

"¡Sofía, Valentina! ¡Ustedes llegaron!" - gritaron los demás, corriendo a abrazarlas.

"Lo hicimos juntas," - sonrió Sofía, feliz.

Al final del día, todos se reunieron en el patio para celebrar. El director del colegio subió al escenario y con una gran sonrisa dijo:

"Gracias a todos por participar. Juntos, hemos recaudado 200 euros para ayudar a quienes más lo necesitan. ¡Ustedes son los verdaderos ganadores!"

Esa carrera no solo les enseñó a los niños sobre la solidaridad, sino que también les mostró que lo bonito de la vida es compartir, ayudar y disfrutar juntos. Desde ese día, Sofía y Valentina fueron más que amigas: se convirtieron en un gran equipo, siempre listas para correr hacia la aventura que les esperara en el futuro.

FIN.

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