La Carrera del Lobo y el Conejo



Era un hermoso día en el bosque cuando Lobo, conocido por ser muy astuto, se enteró de una noticia emocionante: ¡habría una carrera! El premio era una canasta repleta de deliciosos alimentos, y Lobo pensó que podría ser la oportunidad perfecta para atrapar a Conejo, su amigo, que siempre había sido muy escurridizo.

"¡Voy a ganar esta carrera y me comeré a Conejo de una vez por todas!" - se dijo Lobo, relamiéndose.

Por otro lado, Conejo, al enterarse de la carrera, se puso muy emocionado. A pesar de que sabía que Lobo era muy astuto, no quería perder la oportunidad de ganar la canasta de alimentos. El día de la carrera, Conejo llegó saltando, lleno de energía.

"¡Hola, Lobo! ¿Listo para la carrera?" - preguntó Conejo con una sonrisa.

"¡Listo y preparado!" - contestó Lobo con una voz algo sospechosa.

Los dos se alinearon en la línea de salida junto a otros animales del bosque: la tortuga, el zorro y incluso el pajarito. Todos estaban emocionados y listos para competir. El silbido del búho marcó el inicio de la carrera y todos salieron disparados.

Conejo tenía una gran ventaja por su velocidad, mientras que Lobo intentaba seguirle el ritmo, pero tenía la mente ocupada con su plan.

"¡Voy a hacer que Conejo se detenga!" - pensó Lobo, buscando algún truco.

Mientras corrían, Lobo decidió hacerles trampa a los demás. Se acercó a Conejo y le dijo:

"¿Sabías que hay una comida deliciosa en la dirección contraria a la carrera?" - Lobo señalo hacia un arbusto.

Conejo, intrigado, frenó un instante y preguntó:

"¿De verdad? No puedo resistirme a una buena comida..."

Sin embargo, justo en ese momento, la tortuga pasó junto a ellos. Ella miró a Lobo, entrecerrando los ojos:

"No te creas todo lo que te dicen, Conejo. ¡Debes seguir corriendo!"

"¡Es verdad!" - dijo Conejo, comprendiendo que era solo una trampa.

Se repuso rápidamente y volvió a concentrarse. Lobo, frustrado, pensó en su siguiente movimiento. Cuando llegaron a una parte del sendero donde había un profundo charco, Lobo decidió provocarle un miedo a Conejo.

"¡Cuidado! Hay un espantoso monstruo en el agua. No debes cruzar este charco. ¡Es peligroso!" - gritó Lobo, tratando de asustarlo.

Conejo, aunque asustado, miró a su alrededor. Pensó en lo que había aprendido: no siempre lo que se dice es la verdad. Entonces, decidió saltar sobre el charco y continuar corriendo.

Mientras tanto, Lobo, que no sabía nadar, tuvo que buscar un camino largo por un lado para evitar el charco. Conejo, sintiéndose cada vez más seguro, comenzó a dejar atrás a los demás competidores.

Finalmente, Conejo vio la meta a lo lejos. Sus patas eran rápidas y su corazón latía de alegría. Mientras tanto, Lobo corría lo más rápido que podía, pero parecía que no lograría alcanzarlo.

En un último intento, Lobo gritó:

"¡Conejo! ¡Si me dejas ganar, te prometo que compartiremos la comida!"

Pero Conejo sonrió y respondió:

"Te agradezco la oferta, Lobo, pero no creo que me puedas engañar esta vez. He aprendido a no dejarme llevar por las apariencias. ¡Voy a ganar por mí mismo!"

Y así fue; Conejo cruzó la meta primero, levantando las patas en signo de victoria. Los demás animales lo aplaudieron mientras Lobo llegaba, decepcionado.

"¡No sirve de nada intentar hacer trampas!" - dijo Lobo mientras se sentaba, cansado.

Conejo se acercó y le dijo con una sonrisa:

"Puedo compartir la comida contigo, Lobo, pero recuerda que siempre es mejor ganar con honestidad. La diversión está en el camino, no solo en el premio."

Lobo, tocado por las palabras del Conejo, asintió, dándose cuenta de que la colaboración y la sinceridad eran mucho más importantes que cualquier comida.

Desde entonces, Lobo y Conejo se convirtieron en grandes amigos y aprendieron que competir puede ser divertido, pero lo más grande es disfrutar de la compañía del otro. Y así, el bosque siguió lleno de risas y aventuras.

FIN.

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