La Carrera del Lobo y el Tigre
En un bosque lleno de árboles frondosos y flores de colores, vivía un lobo llamado Leo. Leo era conocido por su valentía y su espíritu aventurero. Un día soleado, decidió que quería demostrar su rapidez a todos los animales de la selva.
Leo pensó en un gran desafío y, de repente, se le ocurrió una idea: "¡Voy a retar al Tigre, el rey de la selva, a una carrera!"-
Cuando se lo contó a sus amigos, muchos se rieron. Un conejo saltarín le dijo: "¿Estás loco, Leo? ¡El tigre es mucho más rápido que vos!"-
Pero Leo estaba decidido. Se acercó al tigre, que estaba descansando bajo un árbol, y le dijo: "¡Hola, Tigre! Te reto a una carrera, ¡veamos quién es más rápido!"-
El tigre, que se llamaba Timo, levantó la cabeza y sonrió. "¿Una carrera contra un lobo? ¡Esto va a ser divertido! ¿Cuándo hacemos la competencia?"-
"Mañana a la mañana, en el claro del bosque. ¡Prepárate!"-
Los animales de la selva comenzaron a murmurar al escuchar el reto. Todos querían ver la carrera. Al día siguiente, el sol brillaba y muchos animales se reunieron en el claro. Leo estaba un poco nervioso, pero también emocionado.
"¡No importa si pierdo! Lo importante es dar lo mejor de mí!"- pensó para sí mismo.
Timo llegó confiado, estirando sus patas. "¿Listo para perder, lobo?"- bromeó.
Leo, con una sonrisa, respondió: "Listo para dar lo mejor de mí, ¡eso es lo que cuenta!"-
Al sonar la señal de salida, ¡la carrera comenzó! Timo se lanzó a toda velocidad, mientras Leo corría con toda su fuerza. Al principio, el tigre estaba muy por delante, pero Leo no se rindió. Corrió y corrió, utilizando su ingenio.
Pronto se dio cuenta de que el camino tenía muchas curvas y obstáculos. "¡Eso es!"- pensó. "Si encuentro el camino correcto, tal vez pueda alcanzarlo."-
Así que Leo decidió tomar atajos más difíciles, saltando sobre troncos y esquivando arbustos. Timo, aunque rápido, estaba un poco distraído admirando su propia velocidad y no notó que Leo se acercaba.
"¡Mirá cómo corre el lobo!"- gritó una ardilla, emocionada.
Cuando llegaron a un río, Timo no sabía qué hacer. Se detuvo, y Leo aprovechó para seguir corriendo. "¡Vamos, Leo! ¡Tú puedes!"- animaban los otros animales.
Con una gran zancada, Leo saltó el río y siguió corriendo. "Sí! ¡Lo hice!"- pensó emocionado. Timo, que había dudado en cruzar, finalmente saltó, pero Leo ya tenía una ventaja.
La meta estaba cerca, y los animales vitoreaban: "¡Vamos, Leo!"-
En ese momento, Timo se dio cuenta de que estaba muy cerca y aceleró, pero al mismo tiempo supo que no podía subestimar a Leo. "¡Ni yo puedo rendirme!"- pensó Timo, y ambos llegaron a la meta casi al mismo tiempo.
Al final, Leo llegó primero por un pelito, y todos los animales gritaron de alegría: "¡Leo ganó!"-
Timo, aunque no era el primero en llegar, se acercó a Leo y dijo: "¡Felicidades, amigo! No esperaba que correrías tan rápido. ¡Eres muy habilidoso!"-
Leo sonrió y respondió: "Gracias, Timo. Lo importante es que disfruté la carrera y aprendí que puedo lograr más de lo que pensé. Además, siempre hay que dar lo mejor de uno mismo, sin importar la competencia."-
Desde ese día, Leo y Timo se volvieron grandes amigos, y juntos enseñaron a los demás animales que lo importante no es ganar, sino aprender y disfrutar cada momento.
Y así, en el corazón del bosque, el lobo y el tigre demostraron que la valentía y el esfuerzo superan cualquier desafío, y que lo mejor de todo es tener amigos que apoyen. Fin.
FIN.