La Carrera Hacia la Cima


En lo alto de un cerro vivían la tortuga Marina y el lagarto Lucas. A pesar de ser muy diferentes, eran grandes amigos y compartían aventuras todos los días.

Un día, mientras paseaban por el cerro, la tortuga Marina le propuso al lagarto Lucas hacer una carrera hasta la cima. El lagarto, que era muy veloz, aceptó emocionado el desafío. "¡Listos, preparados, ya!", anunció Marina antes de comenzar la carrera.

El lagarto Lucas partió a toda velocidad, dejando atrás a la tortuga Marina. Mientras subía rápidamente por el cerro, se detuvo en varias ocasiones para descansar y esperar a su amiga. La tortuga avanzaba lentamente pero sin rendirse.

Al llegar casi a la cima, Lucas decidió tomarse un largo descanso bajo la sombra de un árbol. La tortuga Marina continuó con paso firme y constante, sin detenerse ni un segundo.

Finalmente, cuando el sol estaba por ocultarse detrás del horizonte, la tortuga alcanzó la cima del cerro. Desde allí arriba pudo ver al lagarto Lucas descansando más abajo. "¡Lo logré!", exclamó feliz Marina. Lucas se acercó cansado pero contento por su amiga y le dijo: "¡Felicidades! Aprendí algo importante hoy".

"¿Qué aprendiste?", preguntó curiosa Marina. "Aprendí que no importa cuán rápido seas si te detienes en el camino", respondió Lucas reflexivo. Desde ese día, la tortuga Marina y el lagarto Lucas siguieron explorando juntos el cerro.

Aunque cada uno tenía su propio ritmo para avanzar, siempre se apoyaban mutuamente y disfrutaban de las aventuras que vivían juntos. Así demostraron que la perseverancia y la amistad son más importantes que la velocidad o las diferencias entre ellos.

Y es que en aquel cerro siempre resonaba una lección: lo importante no es llegar primero sino disfrutar del camino junto a quienes queremos.

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