La Carrera Inesperada
Había una vez en un bosque lleno de aventuras, una tortuga muy tranquila llamada Tula y una liebre muy veloz y algo arrogante llamada Lía. Un día, mientras Tula paseaba por el sendero decorado con flores, Lía se cruzó con ella y comenzó a reírse.
"¡Mirá quién va tan despacito! ¿No te das cuenta de que nunca llegarás a ningún lado?" - dijo Lía, haciendo un salto elegante.
"Cada uno tiene su propio ritmo, Lía. No hay prisa para disfrutar de la vida" - respondió Tula con una sonrisa serena.
Un día, Lía decidió desafiar a Tula a una carrera.
"¿Te animás a correr conmigo?" - preguntó Lía mientras se acomodaba las orejas, segura de su victoria.
"Está bien, acepto el desafío. Pero en vez de correr en línea recta, hagámoslo por el bosque. Establezcamos un recorrido con obstáculos, así será más divertido" - contestó Tula, decidida.
Los animales del bosque se reunieron para presenciar la carrera. Lía estaba emocionada y confiada, mientras que Tula simplemente sonreía y se preparaba.
"¡Que empiece la carrera!" - gritó un pequeño pájaro, dando la señal de inicio.
Ambas comenzaron a correr. Lía, como siempre, tomó la delantera. Pero los obstáculos en el recorrido no eran sencillos. Al poco tiempo, Lía se encontró con un arroyo ancho y profundo.
"¿Qué hago ahora?" - murmuró Lía, parándose en la orilla.
Mientras tanto, Tula llegaba y se detuvo a mirar.
"¿Necesitás ayuda, Lía?" - preguntó Tula, viendo a la liebre inquieta.
"¡No! Yo puedo hacerlo sola" - respondió Lía, intentando saltar el arroyo sin éxito.
Después de varios intentos fallidos, Lía se frustró.
"¡Esto es imposible! ¡Ya no puedo más!" - exclamó, derrapando con los pies.
Tula, que había visto un tronco cerca, se acercó para ayudar.
"¿Qué tal si usamos ese tronco para cruzar?" - sugirió Tula. Entonces juntas movieron el tronco hacia el arroyo y lo colocaron como puente.
"¡Bravo, Tula!" - dijo Lía, ahora más animada. "No se me había ocurrido. Gracias."
Ambas cruzaron juntas y siguieron la carrera. Después de un tiempo, llegaron a un campo con espinas.
"Aquí no puedo correr tan rápido" - se quejó Lía.
"Voy a ir despacio, así no me pincho" - dijo Tula. "Ven, lo podemos hacer juntas, pero con cuidado."
Lía se dio cuenta de que la tortuga tenía razón. Así que la liebre empezó a dar pequeños saltos y se movieron con cuidado juntas, hablando y riendo mientras superaban los obstáculos.
Finalmente, llegaron a la última parte del recorrido: una gran colina.
"¡Ahora sí, te voy a ganar!" - gritó Lía, pero antes de que pudiera empezar a subir, tropezó con una piedra y cayó.
Tula se detuvo y miró a Lía.
"¿Estás bien? No podemos dejarlo así. Queda poco para llegar a la meta" - dijo Tula, extendiendo su pata.
"Sí, estoy bien. Pero no sé si podré seguir" - admitió Lía, un poco avergonzada.
"Yo sé que podés. Juntas podemos llegar, no importa quién llegue primero" - le aseguró Tula, sonriendo.
Con el ánimo de Tula, Lía logró levantarse y seguir. Codo a codo, subieron la colina despacito. Cuando llegaron a la cima, el paisaje era hermoso.
"¡Mirá qué vista!" - dijo Lía, admirando el paisaje.
"Es realmente increíble. Y lo mejor es que lo vimos juntas" - respondió Tula, feliz.
Finalmente, ambas llegaron al final del recorrido, y no importó quién había llegado primero. Los animales del bosque las recibieron con aplausos.
"Lo logramos juntas, y eso es lo que importa" - dijo Tula emocionada.
Lía sonrió y agregó:
"¡Sí! Aprendí que a veces es importante trabajar en equipo y no subestimar a los demás por su ritmo. ¡Gracias, Tula!"
Desde entonces, Lía y Tula se convirtieron en las mejores amigas, disfrutando juntas de nuevas aventuras en el bosque, aprendiendo que la amistad y el apoyo son lo más valioso de la vida.
FIN.