La carrera inesperada



Era un hermoso día en el bosque, y todos los animales estaban emocionados por la gran carrera entre La tortuga Tula y La liebre Lía. Tula, con su paso lento pero firme, siempre había admirado la rapidez de Lía. Lía, por su parte, era conocida por ser presuntuosa y presumir de su velocidad.

"¡Nadie puede ganarme! ¡Soy la más rápida del bosque!" - proclamó Lía mientras se preparaba para la carrera.

Tula, tranquila, le respondió:

"No estoy aquí para competir con tu rapidez, Lía. Solo quiero divertirme y dar lo mejor de mí."

La carrera comenzó, y al instante, Lía salió disparada. Tula, en cambio, caminaba a su ritmo, disfrutando del paisaje.

"¡Mirá cómo me alejo de vos, tortuguita!" - gritó Lía, mientras daba saltos y piruetas en el aire.

"¡A veces el que va lento puede llegar lejos!" - contestó Tula.

Pero Lía estaba tan segura de su victoria, que decidió hacer un pequeño alto para descansar. Se acomodó debajo de un árbol y se quedó dormida. Tula, que pasaba a su lado, la miró y sonrió.

"¡Qué suerte tiene! Puede descansar mientras yo sigo adelante!" - pensó Tula y siguió con su marcha.

Mientras Lía soñaba con su victoria, Tula avanzaba con determinación. A medida que se acercaba a la meta, los animales del bosque comenzaron a animarla.

"¡Vamos, Tula! ¡Tú puedes!" - gritaron. Tula se sintió más motivada y siguió avanzando con esfuerzo.

Por otro lado, Lía se despertó de su siesta, sintiendo que había pasado demasiado tiempo. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que Tula estaba a punto de cruzar la meta.

"¡No puede ser!" - exclamó Lía, saltando rápidamente hacia la meta. Corrió a toda velocidad, pero era demasiado tarde. Tula llegó primero y todos los animales aplaudieron emocionados.

"¡Felicidades, Tula! Has ganado la carrera!" - gritó un pájaro.

Lía, exhausta, se acercó a Tula y dijo:

"No puedo creerlo. Pero debí aprender que no siempre se trata de velocidad, sino de perseverancia y esfuerzo."

Tula sonrió y le respondió:

"Así es, Lía. Nunca subestimes a los demás y recuerda que cada quien tiene sus propias fortalezas."

A partir de ese día, Lía se volvió más modesta y aprendió a valorar el esfuerzo de los demás, mientras que Tula se convirtió en un ejemplo de perseverancia en el bosque. Los dos animales se hicieron grandes amigos y juntos, alentaron a otros a nunca rendirse y a disfrutar del camino, sin importar la velocidad. Así, el bosque se llenó de historias de éxito, y todos vivieron en armonía y respeto mutuo.

FIN.

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