La carrera justa de Pepe y Dino


Había una vez, en un hermoso estanque rodeado de altos árboles y coloridas flores, vivían muchos animales felices. Entre ellos se encontraban un gran dinosaurio llamado Dino y un pequeño pez llamado Pepe.

Un día, Dino decidió tomar la mitad del agua del estanque para sí mismo, dejando a los demás animales sin suficiente agua para beber. Todos estaban muy tristes y preocupados por la situación. Pero Pepe, el valiente pez, decidió hacer algo al respecto.

- ¡Dino! -exclamó Pepe con determinación-. No es justo que te hayas tomado tanta agua del estanque. Te reto a una carrera: si gano, tendrás que irte a otro lugar y dejar el agua para todos los demás.

Dino, sorprendido por la audacia de Pepe, aceptó el desafío. La carrera tendría lugar alrededor del estanque al atardecer, cuando el sol pintaba el cielo de tonos dorados y rosados.

El día de la carrera llegó y todos los animales se reunieron para presenciarla. El conejo sería el juez y marcaría la línea de meta con una ramita verde brillante. - ¡En sus marcas, listos, fuera! -gritó el conejo mientras agitaba su patita en señal de inicio.

La carrera comenzó con Dino corriendo tan rápido como sus patas le permitían sobre la tierra firme, mientras que Pepe nadaba velozmente en las aguas del estanque.

Pronto quedó claro que Pepe era mucho más ágil en su elemento natural que Dino en tierra firme. - ¡Vamos Pepe! ¡Tú puedes hacerlo! -animaban los otros animales desde la orilla. Pepe se esforzaba al máximo y finalmente cruzó la línea de meta antes que Dino pudiera alcanzarla.

Había ganado la carrera y cumplido su objetivo: demostrarle a Dino que no podía abusar del agua del estanque. - Felicidades Pepe, has sido muy valiente -dijo Dino humildemente-. Me iré a buscar otro lugar donde vivir sin causar problemas aquí.

Los demás animales aplaudieron a Pepe por su valentía y determinación. Desde ese día en adelante, todos aprendieron a compartir el agua del estanque de manera justa y equitativa.

Y así fue como el pequeño pez enseñó una gran lección al gran dinosaurio: que la solidaridad y el trabajo en equipo son fundamentales para convivir en armonía con los demás habitantes de nuestro entorno natural.

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