La Carrera por la Manzana


Había una vez en la selva, un rey majestuoso llamado León, un burro testarudo y un jabalí audaz. En un soleado día, el León caminaba por el campo cuando vio una deliciosa manzana al otro lado. El burro y el jabalí discutían acaloradamente sobre quién llegaría primero a la suculenta fruta.

- ¡Yo soy el más rápido, seguro llegaré primero! - afirmó el burro con obstinación.

- ¡Ja! ¡Tú, rápido! ¡Eso lo dudo! Soy mucho más veloz que tú, llegaré antes sin duda alguna! - respondió el jabalí con arrogancia.

El León, intrigado por la situación, les propuso un desafío: una carrera hasta la manzana. El ganador se quedaría con ella.

Emocionados por la oportunidad, el burro y el jabalí aceptaron de inmediato. El León estableció las reglas y la ruta a seguir, señalando el punto de inicio y el árbol de la manzana como meta.

La carrera comenzó, el burro y el jabalí se lanzaron a toda velocidad, pero pronto el burro tropezó con una raíz y cayó al suelo. El jabalí, al ver a su oponente en problemas, detuvo su carrera y regresó para ayudar al burro a ponerse de pie.

- ¡Vamos, amigo burro! - animó el jabalí. - No importa quién gane, lo importante es que estés bien.

El burro, sorprendido por la noble acción del jabalí, aceptó su ayuda y juntos continuaron la carrera. Al alcanzar la meta, el León los esperaba con una sonrisa en el rostro.

- Ha quedado claro quién merece la manzana. No es el más rápido, sino el que demuestra bondad y compañerismo. Ustedes han demostrado que la amistad es más valiosa que cualquier premio - afirmó el León con orgullo.

Con lágrimas de emoción, el burro y el jabalí compartieron la deliciosa manzana, fortaleciendo así su amistad y aprendiendo una valiosa lección. Desde ese día, los tres animales compartieron muchas aventuras, recordando siempre que la amistad y la solidaridad son los verdaderos tesoros de la vida.

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