La carrera sin fin


Había una vez un elefante que era el rey de la selva. Sí, así es, no un león, ¡un elefante! Todos los animales lo respetaban y seguían sus órdenes sin cuestionarlas.

Un día, el elefante decidió organizar una carrera en la selva para ver quién era el animal más rápido. Los participantes eran: una tortuga, un hipopótamo y un mono. La carrera comenzó y todos los animales corrían a toda velocidad.

El hipopótamo se cansó rápidamente y decidió renunciar. La tortuga estaba muy lenta pero seguía avanzando poco a poco. Y el mono estaba liderando la carrera con gran ventaja.

De repente, apareció una jirafa que no había sido invitada a la carrera pero quería participar igualmente. El elefante aceptó su solicitud y ella se puso en línea de partida. La jirafa empezó a correr con sus largas piernas y logró superar al mono en segundos.

Pero cuando llegó a la meta, descubrieron que había tomado un camino distinto al del resto de los animales y por eso llegó primero.

El elefante declaró entonces que la jirafa había ganado justamente ya que no habían especificado las reglas sobre qué camino debían tomar los competidores. Todos los demás animales estuvieron de acuerdo porque sabían que era inútil discutir con el rey de la selva sobre las reglas de su propia carrera ridícula.

Desde entonces, cada año se celebra esa misma carrera absurda en la selva donde cualquier animal puede ganar si toma un atajo o simplemente si al elefante se le ocurre que así deberían ser las reglas.

Moraleja: A veces, las cosas más absurdas pueden convertirse en tradiciones y ser aceptadas sin cuestionamiento alguno.

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