La Carrera Solidaria de Daniel y David



Un día soleado en la escuela, Daniel y David estaban muy emocionados. Se iba a llevar a cabo la carrera solidaria anual, donde los estudiantes corrían para recaudar fondos para ayudar a los animales sin hogar del refugio local.

"Daniel, ¿estás listo para la carrera?", preguntó David, con una sonrisa contagiosa.

"¡Listo como un rayo!", respondió Daniel, levantando los brazos como si ya estuviera corriendo.

"Vamos a demostrarles a todos lo rápido que somos", continuó David, sin ocultar su entusiasmo.

Ambos amigos se habían estado preparando durante semanas, corriendo por el parque y haciendo ejercicios. Su objetivo no solo era divertirse, sino también ayudar a aquellos animales que no tenían un hogar.

El día de la carrera, todo el colegio estaba lleno de colores, risas y sonidos de tamboriles. La voz de la maestra, la señorita Clara, resonó en el micrófono.

"¡Bienvenidos a la carrera solidaria! Cada paso que den hoy, ayudará a mejorar la vida de muchos animales. ¡Vamos a divertirnos mientras corremos por una buena causa!",

Todos los niños aplaudieron y gritaron de emoción. Daniel y David se posicionaron en la línea de salida, sintiendo los nervios llenarlos.

"No solo se trata de terminar primero, ¿verdad?", dijo Daniel, recordando lo que les habían enseñado sobre el trabajo en equipo.

"Así es, amigo. ¡A correr y a disfrutar!", dijo David, justo cuando sonó el silbato que daba inicio a la carrera.

Los chicos comenzaron a correr, algunos acelerando, otros tropezando. Daniel y David llevaban una buena velocidad, pero pronto se dieron cuenta de que un compañero suyo, Lucas, se había caído.

"¡Lucas! ¿Estás bien?", gritó David mientras se detuvieron.

Lucas, con una rodilla rasguñada, miraba al suelo, desanimado.

"No puedo continuar… no puedo correr así…", murmuró.

Daniel y David se miraron y decidieron ayudarlo.

"No te preocupes, te ayudamos. ¡Levantate, amigo!", dijo Daniel. Ambos chicos se arrodillaron para auxiliar a Lucas.

"¡Sí! ¡Te ayudamos a llegar a la meta!", agregó David, dándole un leve empujón de ánimo.

Así, con un brazo alrededor de los hombros de Lucas, comenzaron a caminar juntos. Mientras avanzaban, otros compañeros se unieron y decidieron que no era importante la competencia, sino el apoyo mutuo.

"¿Ves? Esto ya es más divertido", rió Daniel, mientras David sonreía al ver a más amigos unirse a ellos.

Con cada paso que daban, el grupo se llenaba de energía y risas, dejando atrás la presión de ganar. Al llegar a la meta, todos aplaudieron su esfuerzo y su unión.

"¡Lo logramos!", exclamó Lucas, radiante.

Solos no habían llegado primero, pero sí habían demostrado que la amistad y la solidaridad eran mucho más importantes que cualquier trofeo. Al final, recaudaron muchos fondos y se sintieron felices de colaborar con el refugio de animales.

Cuando la carrera terminó, la señorita Clara se acercó a ellos.

"Estoy muy orgullosa de ustedes. No solo corrieron, sino que ayudaron a un amigo. Eso es lo que realmente importa."

"Gracias, señorita Clara. Aprendimos que a veces el verdadero premio es compartir y ayudar a los demás", dijo David.

"Y que juntos somos más fuertes", agregó Daniel, mientras todos asentían con la cabeza.

Desde aquel día, Daniel y David, junto con sus amigos, decidieron hacer pequeñas acciones solidarias en su escuela. Cada vez fomentaban más la cooperación y ayudaban a quienes lo necesitaban. Y así, poco a poco, empezaron a correr no solo en la carrera, sino en el camino de la solidaridad.

Los días pasaban y los dos amigos llevaban la historia de su carrera a todos los rincones del colegio, inspirando a otros a unirse a ellos.

Y así, todos aprendieron que corriendo juntos, en lugar de competir, se podía llegar mucho más lejos.

FIN.

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