La Carrera Solidaria de la Amistad
Era un día soleado en el barrio de Villa Esperanza, donde vivían cuatro amigos inseparables: Alejandro, Alexander, Hugo y David. Mientras jugaban en la plaza, Alejandro tuvo una idea increíble.
"Chicos, ¿qué les parece si organizamos una carrera solidaria para ayudar a los perritos y gatitos del refugio animal?" - propuso entusiasmado.
"¡Sí! Me encanta la idea!" - respondió Alexander, que siempre había tenido un gran amor por los animales.
Hugo, que era un poco más escéptico, preguntó:
"¿Y cómo recolectaremos el dinero?"
"Cada participante puede pedir donaciones a sus familiares y amigos. Lo recaudado irá al refugio" - explicó David, que había leído sobre el refugio el día anterior.
Así, los chicos se pusieron a organizar todo: hicieron carteles coloridos, decidieron la fecha y diseñaron un recorrido por el parque. Días después, llegó el gran día. El parque estaba lleno de gente apoyando a los participantes. Con los números en sus camisetas y una gran sonrisa, Alejandro, Alexander, Hugo y David estaban listos para correr.
"Que gane el mejor" - dijo Alejandro, riendo.
Con un fuego de salida, todos comenzaron a correr. La emoción llenaba el aire, los corazones latían con fuerza. Pero a media carrera, algo inesperado sucedió. Alexander, quien se había emocionado demasiado, tropezó y cayó al suelo.
"¡Alexander!" - gritaron sus amigos al unísono.
Hugo, que iba atrás, se detuvo de inmediato.
"¿Estás bien, amigo?"
"No estoy herido, pero no puedo seguir corriendo" - respondió Alexander, con lágrimas en los ojos.
Mientras los otros tres seguían corriendo, les pasó algo por la mente:
"No podemos dejar a Alexander solo. ¡Es nuestra carrera solidaria!" - dijo Alejandro, con determinación.
Así que, a pesar de que perdían la oportunidad de ganar, decidieron volver. Alejandro, David y Hugo ayudaron a Alexander a levantarse y lo animaron a seguir, aunque caminando. Juntos continuaron la carrera, apoyándose unos a otros, ya que la verdadera solidaridad no era sólo recaudar dinero, sino también cuidar a los amigos.
Al llegar a la meta, no solo recibieron aplausos del público, sino también el reconocimiento de su valentía y espíritu solidario. Cuando contaron sobre su experiencia, otros niños decidieron unirse a ellos para ayudar a recolectar más fondos para el refugio.
"No esperábamos que esto pasara" - dijo David, con una sonrisa amplia.
"Me siento muy feliz de haber ayudado a Alexander, aunque no hayamos salido primeros" - agregó Hugo.
Al final del día, los chicos contaron su recaudación y, para su gran sorpresa, habían conseguido juntar más dinero del que esperaban.
"Esto es increíble, chicos!" - exclamó Alejandro, sorprendido.
"Esto demuestra que, si estamos juntos, podemos lograr grandes cosas" - añadió Alexander, sonriendo con orgullo.
Desde ese día, los cuatro amigos no solo aprendieron sobre la importancia de ayudar a los animales, sino que también fortalecieron su amistad y entendieron que la verdadera victoria estaba en el trabajo en equipo y en cuidar de los demás.
Así comenzó una nueva tradición en Villa Esperanza, cada año los amigos organizaban una carrera solidaria y llevaban sus corazones, la amistad y el amor por los animales como estandarte, creando un camino lleno de sonrisas y alegrías.
Cada vez que corrían juntos, recordaban aquel día, y comprendieron que cuando la amistad está presente, cada carrera se transforma en una victoria llena de aprendizajes.
FIN.