La carta de amor del día de las madres


En un pequeño pueblo en la provincia de Buenos Aires, vivía una familia muy unida.

La mamá, llamada Ana, era una mujer trabajadora y amorosa que siempre estaba al cuidado de su esposo Jorge y sus dos hijos, Tomás y Sofía. Un día especial llegó: el día de las madres. Los niños estaban emocionados por hacer algo especial para su mamá y habían planeado escribirle una carta junto a su papá.

Por la mañana temprano, mientras Ana todavía dormía, Jorge y los niños se sentaron en la mesa del comedor con papel y lápiz en mano. Empezaron a escribir lo que sentían por ella:"Querida mamá,Hoy es tu día especial y queremos decirte cuánto te amamos.

Gracias por ser nuestra guía, nuestro apoyo incondicional y nuestra mejor amiga. "Sofía tomó la palabra: "Mamá, eres mi heroína. Siempre me das consejos sabios cuando los necesito".

Tomás agregó: "Y tú papá también es importante para nosotros porque nos enseña muchas cosas importantes". Jorge sonrió orgulloso de sus hijos mientras continuaban escribiendo. "Gracias por prepararnos nuestras comidas favoritas", dijo Tomás. "Sí", agregó Sofía,"y por estar siempre ahí cuando tenemos miedo o estamos enfermos".

La carta siguió así durante varias páginas llenas de amorosos mensajes hacia Ana. Finalmente terminaron y se dirigieron al dormitorio donde Ana todavía dormitaba. Le llevaron el desayuno a la cama acompañado con la carta escrita especialmente para ella.

Ana abrió los ojos sorprendida al verlos allí con la bandeja de desayuno y la carta. Se emocionó al leer las palabras de amor escritas por su esposo e hijos.

"¡Oh, chicos! ¡Esto es lo más hermoso que me han dado en mi vida! Gracias por hacerme sentir tan amada", dijo Ana con lágrimas en los ojos.

Mientras se abrazaban, Jorge les contó sobre el esfuerzo que habían hecho para escribir esa carta y lo importante que era demostrar amor a las personas especiales en sus vidas. Los niños asintieron y prometieron seguir haciendo cosas así para expresar su amor a mamá todos los días.

Desde ese día, la familia se volvió aún más unida y aprendió que no necesitaban grandes gestos para expresar su amor mutuo. Las pequeñas cosas eran suficientes para mantenerlos unidos y felices.

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