La Carta de Carolina
Era diciembre en la República Dominicana, y las calles estaban llenas de luces y alegría. Carolina, una niña de ocho años, no podía contener su emoción. Para ella, la Navidad era la época más mágica del año. Desde que se despertaba hasta que se iba a dormir, pensaba en la llegada de Santa la Visite, o simplemente, Santa.
Un día, mientras ayudaba a su mamá a decorar la casa, Carolina tuvo una idea. "Mamá, necesito escribirle una carta a Santa. Debe saber cuánto lo quiero y qué regalos quiero para esta Navidad". Su mamá sonrió y le dio un papel brillante y una pluma.
Carolina se sentó en su escritorio y escribió: "Querido Santa, estoy muy emocionada porque ya llega la Navidad. Te he estado esperando todo el año. Este año he sido buena, ayudé a mis amigos y cuidé de mi perrito Toby. Por favor, si puedes, me gustaría tener una muñeca de trapo, un libro de cuentos y muchas sorpresas. Te prometo que compartiré los regalos con mis amigos. Gracias, Carolina."
Al terminar, Carolina decoró la carta con dibujos de estrellas y renos. "Mamá, ¿puedo dejar la carta en el balcón para que Santa la recoja?". Su mamá asintió y, con una sonrisa, le ayudó a colocarla un poco más cerca del cielo.
Los días pasaron, y Carolina se llenó de alegría al contar los días para la noche de Navidad. Sin embargo, un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, notó que algunas niñas no estaban tan felices. Eran de una familia con dificultades y no podían comprar regalos. Carolina decidió hacer algo al respecto. "Chicos, yo tengo una idea. Vamos a ayudar a esas niñas para que también tengan una linda Navidad".
Sus amigos la miraron intrigados. "¿Y cómo?". Carolina, llena de entusiasmo, explicó: "Podemos organizar una recolecta de juguetes y cosas que ya no usemos. Luego, les llevamos los regalos a las niñas. Santa también querría eso, ¿no creen?". A todos les encantó la idea y juntos comenzaron a reunir juguetes.
Con el tiempo, lograron juntar varios juguetes y cosas lindas. La noche de Navidad llegó, y Carolina, con su corazón lleno de alegría, tomó la bolsa con los regalos y se dirigió a la casa de las niñas. "¡Feliz Navidad!" exclamó, mientras entregaba las sorpresas. Las caritas de esas niñas se iluminaron de felicidad, y en sus ojos brilló una chispa de alegría.
Al regresar a su casa, Carolina pensó en cuando abriría sus propios regalos. Pero al llegar a casa detectóque algo raro sucedía. Su mamá se acercó con una sonrisa. - “Carolina, Santa te dejó una sorpresa en el árbol”.
Su corazón latió rápidamente mientras se acercaba al árbol decorado. Entre los regalos, encontró una muñeca de trapo, un libro de cuentos y una tarjeta. La tarjeta decía: - “Querida Carolina, estoy muy orgulloso de ti por pensar en los demás. La verdadera magia de la Navidad está en compartir y hacer felices a los demás. Te doy los regalos que pediste, pero tu generosidad es el mejor de todos. ¡Feliz Navidad, Santa”.
Carolina sonrió, entendiendo que había aprendido una valiosa lección sobre la importancia de compartir y ayudar a los demás. Esa Navidad no solo recibió regalos, sino también la satisfacción de haber hecho sonreír a otras niñas.
Y así, Carolina comprendió que, aunque Santa la visitara con regalos, el verdadero espíritu de la Navidad vivía en cada acto de bondad y en el amor que compartimos con los demás. Desde aquel día, cada año, no solo escribía su carta a Santa, sino que también organizaba eventos para ayudar a quienes más lo necesitaban, creando su propia tradición llena de amor y generosidad.
La historia de Carolina se convirtió en leyenda en su vecindario, y cada diciembre, los niños esperaban ansiosos la llegada de la Navidad, no solo por los regalos, sino por las oportunidades de compartir sonrisas y alegría con los demás.
FIN.