La Carta de Despedida de la Maestra María Amelia
Era un hermoso día de primavera en la Escuela del Arcoíris. Los pájaros cantaban y las flores comenzaban a florecer. La maestra María Amelia estaba sentada en su escritorio, con una hoja en blanco frente a ella. Era su último día como maestra de la sala de 5 y su corazón estaba lleno de emociones.
Con una sonrisa nostálgica, comenzó a escribir:
"Queridos chicos y chicas de la sala de 5, hoy es un día muy especial, pero también un poco triste para mí. Miro al aula y recuerdo cada uno de nuestros momentos juntos. Cada risa, cada juego, y cada historia que compartimos. Me siento agradecida por haber sido su maestra."
María Amelia pensaba en sus alumnos: Lucas, con su energía desbordante; Sofía, siempre tan curiosa; y Tomás, quien no hacía más que contar chistes para sacarle una risa. "Ustedes han llenado mis días de luz y alegría", continuó escribiendo.
"Los llevaré en mi corazón siempre. Ustedes merecen lo mejor, porque son increíbles. Recuerden siempre ser amables y valientes, como vamos a hacer nuestras excursiones de aventura. Ahora que van a pasar a primer grado, les espero que sigan explorando, aprendiendo y sobre todo, soñando."
Mientras escribía, de repente, algo llamó su atención. Lucas entró al aula sin avisar, con su dibujo más reciente en la mano.
"¡Maestra María Amelia! ¡Mirá! Este es el árbol que dibujé hoy", dijo Lucas con una gran sonrisa.
María Amelia miró el dibujo y con una sonrisa le dijo:
"¡Es precioso, Lucas! Me encanta cómo dibujaste las ramas y las hojas. ¿Qué representa este árbol?"
Lucas, emocionado, explicó:
"Es un árbol de aventuras. Cada rama tiene un recuerdo. Esta es cuando fuimos al zoológico, y esta otra es la vez que hicimos slime juntos."
Entonces, Sofía apareció en la puerta con un ovillo de hilo en sus manos.
"¡Maestra! ¡Mirá lo que hice! Hice un collar de amistad para todos, para que siempre nos recordemos."
María Amelia sentía que su corazón rebosaba de amor. Sin embargo, sabía que aún debía hacer su carta.
"Sofía, ¡qué idea tan linda! Ustedes siempre encuentran mejore maneras de expresarse. Cada pequeña cosa que han hecho tiene un gran significado."
En ese momento, Tomás entró también, muy serio.
"Maestra, ¿usted no se va a olvidar de nosotros, verdad?"
María Amelia se agachó para estar a su altura.
"Jamás me olvidaré de ustedes, Tomás. Ustedes son parte de mi historia y siempre tendrán un lugar especial en mi corazón."
Los niños se miraron entre ellos, y en un instante, decidieron ayudar a María Amelia a terminar su carta. Todos comenzaron a escribir algo en un papel.
"¡Hagamos una carta juntos!", sugerió Lucas.
María Amelia sonrió.
"¡Esa es una gran idea! Todos ustedes pueden escribir algo que les gustaría decirme. Así la carta será aún más especial."
Así, cada uno comenzó a compartir. Sofía escribió: "Gracias por ser la mejor maestra."
Lucas aportó: "¡Y por enseñarnos muchas cosas divertidas!"
Y Tomás "Siempre haré chistes, hasta en primer grado."
Después de unos minutos, todos juntaron sus papeles, y María Amelia comenzó a leer en voz alta.
"¡Qué bonito lo que escribieron! Esto es mucho más de lo que yo hubiera imaginado. A partir de hoy, cada vez que sienta nostalgia, leeré estas palabras. Son los mejores recuerdos."
La campana sonó, indicándoles que se acercaba el final del día. María Amelia, con la carta terminada, sintió que debía compartir sus pensamientos.
"Queridos chicos, al irme hoy no es un adiós, es un hasta pronto. ¡Los voy a extrañar muchísimo! Recuerden que todo lo que aprendimos juntos es un tesoro. Ustedes son valientes exploradores del conocimiento. ¡Sigan brillando! No se olviden nunca de ser amigos y compartir amor. ¡Siempre seré su maestra!"
Los niños la rodearon y juntos compartieron un abrazo gigante. En ese preciso instante, todos supieron que aunque sus caminos se separaran, sus corazones seguirían unidos.
María Amelia sonrió y sintió una mezcla de tristeza y alegría, sabiendo que había dejado una huella en cada uno de ellos, y que cada rincón de su aula guardaba memorias que jamás se borrarían.Para finalizar, guardó la carta en un sobre con un arcoíris dibujado, listo para ser entregado en el próximo encuentro de todos. Y así, mientras el sol se ponía, María Amelia cerró una etapa, pero abrió otra llena de nuevas expectativas y buenos recuerdos.
FIN.