La Carta del Corazón


chico. Alejandra pasó horas pensando en las palabras perfectas para expresar sus sentimientos hacia Alex. Quería que la carta fuera especial y le mostrara cuánto lo amaba. Después de mucho esfuerzo, Alejandra escribió una hermosa carta de amor.

La dobló cuidadosamente y la guardó en su mochila, lista para entregársela a Alex al día siguiente en el colegio. El sol brillaba cuando Alejandra llegó al colegio al día siguiente.

Estaba nerviosa pero emocionada por entregarle la carta a Alex. Caminó con paso decidido hacia él y se detuvo frente a él. - Hola, Alex - dijo con voz temblorosa -, tengo algo importante que decirte.

Alex levantó una ceja y miró a Alejandra sin mucho interés. No sabía qué esperar, ya que nunca antes había prestado atención a sus palabras. - Te he escrito una carta - continuó Alejandra -, quería decirte que me gustas mucho y que quiero conocerte mejor.

Alex frunció el ceño y tomó la carta de las manos de Alejandra sin decir nada. La abrió rápidamente y comenzó a leerla mientras ella esperaba ansiosamente su reacción.

Pero para sorpresa de Alejandra, en lugar de mostrar alguna emoción o interés, Alex simplemente arrugó la carta y la arrojó al suelo sin siquiera terminar de leerla. Alejandra sintió un nudo en el estómago mientras veía cómo su corazón roto caía al suelo junto con la carta arrugada.

Los ojos se le llenaron de lágrimas, pero decidió no dejarse vencer por la tristeza. Esa misma tarde, Alejandra se encontró con su mejor amiga Camila en el parque. Le contó lo que había sucedido y Camila la abrazó para consolarla.

- No te preocupes, Alejandra - dijo Camila -, él no sabe lo que se está perdiendo. Tú eres una persona increíble y mereces a alguien que valore tus sentimientos. Alejandra sonrió débilmente y asintió.

Sabía que Camila tenía razón, pero aún le dolía el rechazo de Alex. Decidió pasar página y centrarse en otras cosas. Comenzó a dedicar más tiempo a sus pasiones: pintar, bailar y escribir historias.

Descubrió que estas actividades la hacían feliz y le ayudaban a olvidar el dolor del rechazo. Un día, mientras Alejandra estaba dibujando en el parque, un chico llamado Mateo se acercó curioso. Quedó impresionado por los hermosos colores y las formas creativas de los dibujos de Alejandra.

- ¡Eres realmente talentosa! - exclamó Mateo -. ¿Te gustaría enseñarme a dibujar como tú? Alejandra sonrió tímidamente ante el cumplido y aceptó amablemente enseñarle algunos trucos de dibujo.

Con el tiempo, Mateo se convirtió en su amigo más cercano y juntos compartieron risas, aventuras e incluso algunas tardes de baile improvisado en medio del parque. Mientras tanto, Alex comenzaba a darse cuenta de lo especial que era Alejandra.

Se arrepentía profundamente de haber rechazado su carta y no haber valorado sus sentimientos. Un día, Alex se acercó a Alejandra con una mirada tímida en sus ojos. - Alejandra, lamento mucho cómo te traté antes.

Me di cuenta de lo especial que eres y quiero conocerte mejor. Alejandra miró a Alex sorprendida pero decidió escucharlo con precaución. Había aprendido a no dejarse llevar por las apariencias y buscar personas que realmente la valoraran.

- Estoy dispuesta a darte una oportunidad, Alex - dijo Alejandra -, pero recuerda que merezco respeto y sinceridad en nuestra amistad. Con el tiempo, Alex demostró ser un amigo leal y cariñoso para Alejandra.

Aunque su historia de amor nunca fue como ella había imaginado, encontraron una amistad sólida basada en el respeto mutuo. Y así, Alejandra descubrió que el verdadero amor va más allá de los sentimientos románticos. Aprendió a valorarse a sí misma y rodearse de personas genuinas que la apreciaban tal como era.

Desde ese día en adelante, Alejandra vivió felizmente rodeada de amigos leales y siguiendo sus pasiones creativas.

Y aunque su corazón aún recordaba aquellos momentos tristes del pasado, sabía que ellos la habían llevado hacia un futuro lleno de amor propio y felicidad verdadera.

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